Guadalajara, Jalisco.
En un auditorio lleno de rostros atentos, resonó la fuerza de quienes han aprendido que la palabra puede transformar la realidad. Mujeres y hombres, activistas y académicos, compartieron historias de vida que muestran cómo la injusticia sistemática puede ser confrontada desde la educación, la acción colectiva y la dignidad.
Eufrosina Cruz, activista zapoteca y política que ha luchado por los derechos de las mujeres indígenas se levantó y saludó en su lengua materna, un acto que muchos considerarían pequeño, pero que en su historia es un desafío
a un sistema que durante años les gritó que debían despojarse de su identidad para poder “integrarse al desarrollo”.
Eufrosina Cruz, activista zapoteca y política que ha luchado por los derechos de las mujeres indígenas y autora del libro “Los sueños de la niña de la montaña”.
"Los saludo en mi lengua materna que precisamente el sistema nos gritó que teníamos que despojarnos de ella para poder integrarnos a lo que se llama desarrollo.
Y hoy con conciencia, con poder de palabra le gritó a ese sistema que no"

No se trataba solo de palabras. Era un acto de resistencia que hablaba de generaciones de mujeres y niñas que crecieron siendo llamadas “grupos vulnerables”, cuando lo único que les faltaba eran oportunidades.
"no somos grupos vulnerables. Lo que nos ha faltado son posibilidades y oportunidades"
El foro, que reunió a lideresas, activistas indígenas y académicas, puso sobre la mesa la diferencia entre lo que la sociedad llama “uso y costumbre” y lo que verdaderamente debería valorarse: la lengua, la vestimenta, la gastronomía, la identidad cultural.
- Mientras algunos usos perpetúan la violencia como el matrimonio infantil o la cohabitación forzada otros son la base de la resistencia y la memoria histórica.
Daniel Alonso, activista joven, recordó que los grandes cambios sociales no nacen de la voluntad de los legisladores o gobernantes, sino de la fuerza colectiva de la sociedad civil organizada.
Señaló que cuando las comunidades se unen y las denuncias se acompañan de acción, la política deja de ser abstracta y se convierte en transformación tangible.
Entre historias de lucha y memoria, se reveló también la parte humana del activismo: el desánimo que llega, los días en que parece imposible continuar. Y aun así, la motivación surge de la certeza de que la dignidad debe llegar a cada rincón, a cada niña, a cada comunidad.
Al final, Eufrosina dejó una frase que resume la fuerza del encuentro:
"No es culpa de mi entorno, es culpa de un sistema que nos ha victimizado y que nos ha justificado muchas violencias y hay que empezar a nombrar las cosas."
No es un grito aislado. Es la certeza de que cuestionar lo que se da por normal y actuar con palabra, educación y comunidad puede cambiar la vida de muchas, y que cada voz que se alza tiene el poder de transformar realidades que durante demasiado tiempo fueron silenciadas.
Para UDGTV, canal 44, Barbara Ramírez
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