Guadalajara, Jalisco.
Entre murmullos, cuadernos abiertos y miradas expectantes, alrededor de mil jóvenes de bachillerato de Jalisco se reunieron para escuchar a Cristina Rivera Garza, una de las voces más potentes de la literatura contemporánea.
La autora, cuyo trabajo ha dejado huella en temas como la violencia de género, la memoria y la denuncia social, compartió no solo fragmentos de su obra El invencible verano de Liliana, sino también la raíz de su relación con la escritura y la historia.
Rivera Garza habló desde un lugar íntimo: ese punto donde la ficción se encuentra con la vida real, donde los documentos, los archivos y las biografías anónimas obligan a preguntarse quién tiene derecho a contar la historia de otro.
Recordó su búsqueda en archivos durante su formación, un momento que marcó su manera de escribir y entender la literatura.
Fue entonces cuando pronunció una de las reflexiones más nítidas de la charla:
“Quería saber qué le había pasado a la gente de aquí, a la gente como yo que iban al cine todavía, salían a desayunar, estaban encerrados en sus casas.
Tenía esa serie de preguntas muy cotidianas. Y yo llegué primero al Archivo General de la Nación donde me pasaron una serie de aventuras que ya después les contaré.”
La frase resonó entre el público joven, quizá porque en ella caben tanto la curiosidad como la necesidad de mirar el pasado para entender el presente.
La autora también invitó a las y los estudiantes a reconocerse como escritores, aunque sea en secreto. Les habló del pudor que implica nombrarse así y contó entre risas la primera vez que, en un cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego, tuvo que declararse “escritora” casi como un acto de valentía.
Durante más de una hora, Rivera Garza dialogó con los asistentes sobre sus inicios, sus dudas, el peso de la memoria y la importancia de narrar desde las grietas de la vida cotidiana.
- La lectura pública de fragmentos de El invencible verano de Liliana cerró el encuentro, recordando a los jóvenes que la literatura no solo se escribe: se vive, se cuestiona y se comparte.
El evento dejó una sensación clara en el ambiente: cada uno de esos mil estudiantes salió con una pregunta nueva, quizá con una historia propia que comenzar a contar. Y eso, en palabras de la autora, es ya un acto literario.
Para UDGTV Canal 44, Barbara Ramírez.
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