Guadalupe Acevedo: la primera mujer en Jalisco en repartir cartas Parte I




Guadalajara, Jalisco. 

“Mi nombre es María Guadalupe Acevedo Contreras, tengo 68 años y fui la primera mujer cartera en el Estado de Jalisco”.

Guadalupe Acevedo nació el 4 de septiembre de 1956 en Valle de Juárez, al Sureste de Jalisco. Es la séptima de 18 hijos y creció jugando a “los encantados” a la par de sus vecinos, hermanas y hermanos.

Guadalupe Acevedo: la primera mujer en Jalisco en repartir cartas Parte I

Al ser parte de una familia numerosa y con la noticia de que su hermano mayor migraría a la Ciudad de México, ella y las hermanas que le seguían en la línea tuvieron que organizarse y colaborar tanto en las labores del hogar como en las del campo. 

Era claro que tenía un ritmo de vida ajetreado, pues además estudiaba mecanografía en la escuela del pueblo; sin embargo, al cumplir los 19 años recibió una interesante oferta de trabajo a la que no se pudo negar:

  • Integrarse a la agencia postal de la comunidad. 

Ese fue el inicio del camino que la llevaría a convertirse en la primera mujer cartera de su pueblo… y del Occidente de México. 

Guadalupe Acevedo: la primera mujer en Jalisco en repartir cartas Parte I

“Cuando me ofrecieron el puesto, mi tío, que era el presidente: José María González Acevedo, vino a mi casa con mi papá a pedir permiso que si podía yo hacer ese trabajo en el correo, porque en ese tiempo no había, era nada más agencia”, contó.

En 1975, antes de que existiera una administración del Servicio Postal con carteros en el municipio, sólo se contaba con una agencia. Este lugar ofrecía un servicio público limitado. En otras palabras, se trataba de una oficina donde cada destinatario recogía sus cartas luego de ser notificado.

Ahí, la labor principal de Guadalupe era ordenar los paquetes de periódicos, revistas y correspondencia, además de avisar a los destinatarios que su correo había llegado.

Con el tiempo ganó más experiencia y aprendió a administrar los libros de ingresos y egresos, a operar el telégrafo, registrar correspondencia, así como a pesar cartas y paquetes.

Hasta ese momento, pese a que cumplía con una jornada de trabajo completa, recibía solo 40 centavos por cada estampilla que se vendía por dos pesos. Esto significaba que su paga dependería solo de lo que se vendiera en el día. Pero esta situación estaría por cambiar.

Y de eso te hablo mañana…

Texto por: Denisse Godínez.