Autlán de Navarro, Jal.
En la sesión mensual del Capítulo Juvenil Costa Sur de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, el cronista municipal de Autlán, Guillermo Tovar Vázquez, explicó con claridad una de las particularidades del oficio en este municipio: el cargo es honorario.
No hay salario, oficina ni espacio en el organigrama del ayuntamiento.
“Lo único que existe es el reconocimiento de que alguien fue designado como cronista, y a partir de ahí uno mismo desarrolla sus herramientas, busca sus medios de difusión y dedica su tiempo libre a la tarea”, comentó.
Una tradición sin remuneración
En Autlán, el cronista municipal es nombrado por el cabildo, pero sin recibir compensación económica. Cada administración refrenda o cambia la designación, y el trabajo se realiza en paralelo con la ocupación profesional de quien ostenta el cargo.
Tovar subrayó que esta condición no es excepcional: en muchos municipios de Jalisco los cronistas trabajan sin sueldo ni prestaciones. Incluso hay lugares donde ni siquiera existe la figura formal o reglamentada.
La explicación de fondo tiene dos vertientes:
La falta de legislación clara que precise funciones, derechos y obligaciones.
La percepción de que la crónica es un servicio comunitario más que un empleo.
Aunque el cargo de cronista municipal en Autlán es de carácter honorario, Guillermo Tovar Vázquez aclaró que desde la administración anterior ha recibido apoyo financiero parcial para participar en coloquios y actividades académicas fuera del municipio. No se trata de una remuneración fija ni de la cobertura total de los gastos, pero sí de apoyos en especie y recursos específicos, como gasolina y una cantidad de dinero que facilita su presencia en encuentros y congresos especializados.
El motor principal: amor al terruño
Más allá de la ausencia de remuneración, lo que sostiene el oficio es un motivo íntimo. Tovar lo expresó así:
“Aunque suene cursi, lo hacemos por amor a la tierra, por amor al arte. Queremos que Autlán conozca su historia y que se rescate lo que ya se olvidó.”
Ese compromiso explica por qué muchos cronistas se mantienen en el cargo durante años, dedicando tardes y fines de semana a revisar archivos, entrevistar a personas mayores, clasificar documentos o preparar columnas y programas de radio.
Implicaciones de trabajar sin salario
El hecho de que el cargo sea honorífico tiene efectos concretos:
Prioridad al trabajo remunerado: el cronista dedica primero su jornada a su empleo principal y deja la investigación histórica para sus tiempos libres.
Limitaciones materiales: no hay presupuesto para copias, digitalizaciones, equipos o viajes de archivo; la mayoría de los gastos corren por cuenta personal.
Libertad creativa: al no estar sujeto a un organigrama rígido, el cronista define sus métodos y decide en qué espacios difundir.
Tovar, contador de profesión, ha logrado colocar su trabajo en medios como Radio Universidad de Guadalajara en Autlán, Radio Costa y el portal Letra Fría, lo que multiplica el alcance de la memoria local pese a no tener un área institucional propia.
Una labor que incide en la identidad
Trabajar “por amor al arte” no significa falta de rigor. Por el contrario, ese motor afectivo es lo que da continuidad a la labor en contextos donde no hay incentivos económicos.
Cada dato que se rescata y se difunde contribuye a fortalecer la identidad de la comunidad. La crónica, aunque honorífica, se convierte así en un servicio público: un puente entre los archivos y la gente, entre la memoria dispersa y el relato común.
De CulturAutlán a la crónica oficial: una trayectoria de más de una década narrando la vida cultural de Autlán
El trabajo de Guillermo Tovar Vázquez como difusor de la memoria autlense no comenzó con su nombramiento oficial en 2018. Desde el 3 de abril de 2008 impulsa el blog CulturAutlán, el blog tiene 17 años de actividad ininterrumpida como ventana hacia la identidad y la vida cultural del municipio.
Nacido ante la falta de cobertura de medios locales sobre presentaciones de libros, exposiciones y actividades universitarias, el blog creció hasta convertirse en un referente que recopila crónicas, biografías, reseñas históricas y artículos culturales, al grado de ser citado en investigaciones y libros.
Esta trayectoria digital, sumada a sus publicaciones impresas —Habrase visto… (2016), Un pueblo que canta. Historia del Orfeón Proa (2021) y Cartas de lo anómalo (2022, en coautoría con Carlos Efrén Rangel)— muestra que su labor como cronista tiene raíces profundas y una continuidad que trasciende cargos y administraciones.
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