Guadalajara, Jalisco. 

Con enorme alegría pero colgada de palabras como responsabilidad, exigencia y expectativa, recibió la escritora uruguaya Fernanda Trías el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fue reconocida por su novela El monte de las furias.

Trías regresó al escenario en el que fue premiada en 2021 por Mugre rosa.

Esta vez, tras recibir el galardón de manos de la rectora de la Universidad de Guadalajara, Karla Planter, compartió un discurso en el que abordó el proceso de escritura de su nueva obra, el papel del lenguaje y la relación entre literatura y territorio.

Foto: Héctor Navarro 

Durante sus palabras, Trías agradeció a quienes han acompañado su trabajo creativo y editorial. Destacó el esfuerzo de las editoriales que traducen literatura latinoamericana.

“Hacer un esfuerzo enorme para publicar literatura latinoamericana en traducción, a veces con escaso retorno, pero que apuestan aún por la literatura más que por los números”.

Al hablar de su novela, explicó que el libro nació del deseo de asumir riesgos formales y narrativos. Recordó la frase de Beckett —“solo nos queda fracasar mejor”— para describir el impulso que la llevó a escribir después de haber recibido el mismo premio hace cuatro años.

Para ella, ese impulso significó explorar una voz que dialoga con la naturaleza y con una noción distinta de intimidad.

En su discurso incorporó fragmentos de la obra para mostrar el núcleo de la relación entre la protagonista y la montaña.

“La mujer y la montaña trabajan la tierra. Cada una a su manera. La mujer y la montaña desean.

Ambas habitan una soledad radical… cuando la mujer entiende que ella no vive en la montaña sino con ella, una pequeña distinción lingüística marca el inicio de un tránsito”.

Trías retomó también la figura de Sor Juana Inés de la Cruz y la reflexión sobre el lugar de las mujeres en la palabra escrita.

Subrayó que narrarse a sí mismas es un acto de afirmación.

Foto: Héctor Navarro

“Narrarnos a nosotras mismas no es un capricho, sino una manera de reafirmar nuestra existencia”.

Uno de los pasajes más extensos del discurso fue la lectura de un fragmento en el que la protagonista imagina un lenguaje nuevo para nombrar lo que no alcanza a expresarse con palabras.

“Deberíamos inventar palabras nuevas para describir los sentimientos de las plantas… un sonido inimaginable, nuevo, un sonido hecho de olor”.

Hacia el cierre, la autora recordó a las escritoras y escritores que influyeron en este libro y resumió su búsqueda creativa en una imagen.

“Yo seguiré buscando la piedra imán en la escritura, aunque alcanzarla resulte imposible y acercarme a ella sea el trabajo de una vida”.

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