Emigrar sin dejar rastro, deportaciones en Jalisco




Guadalajara, Jalisco.

Emigrar sin dejar rastro ni migajas del paso transitado. Así es la historia de Albeiro; por segunda ocasión, deportado. Hasta hace algunos meses radicaba en Guadalajara y se mantenía de cargador en el Abastos. Su destino y permanencia era tan volátil como el paso de un tren.

Preso de 2009 a 2011 en Nicaragua como disidente y homosexual, Albeiro fue víctima de tortura. Al ser liberado, sabía que no podía permanecer en su país.

Tomó el camión y cruzó frontera. Fue detenido en Arizona, aceptó ante el juez su ingreso sin documentos para iniciar el juicio que le abriría la puerta al asilo político en Estados Unidos. Le condicionaron conseguir su expediente de disidencia para ser adoptado. Trabajó en la cocina de la cárcel 8 horas diarias a cambio de 1 dólar veinte centavos, tenía que juntar 5 dólares para pagar la tarjeta telefónica. Cuando logró hablar con sus contactos en Managua, estaban impedidos para ayudarlo. Lo deportaron pero en cuanto pisó suelo nicaragüense de inmediato volvió a tomar el tren. Ya en México sobrevivió a vejaciones, robos y persecuciones de zetas como betas del Instituto Nacional de Migración; en Guadalajara inició su trámite de asilo político que tardó meses, para al final, recibir un no del Instituto Nacional de Migración. Ahora su opción es seguir siendo nadie en ningún sitio, el limbo.

Albeiro ha corrido con relativa buena suerte, pero el paso por Jalisco, puede ser violento y peligroso para los migrantes más allá de cansado. Las actas circunstanciadas de los operativos que obtuvo esta reportera vía solicitud de transparencia a la delegación Jalisco, revelan pesquisas de migrantes que ingresan por tierra. Personal de migración se aparece en hoteles de bajo costo sin garantizar no violaciones a los derechos humanos y sí una deportación automática.

Según Ricardo Vera Lira, delegado de Migración en Jalisco, bajo ese argumento Migración revisó en hoteles en Guadalajara en el barrio de Analco. Sin embargo como se evidencia en las 60 fojas entregadas a esta reportera como constancias de operativos, los reportes que casualmente están escritos por la misma letra con idéntica narrativa de hechos, nunca señalan que se hayan encontrado supuestos secuestradores, ni menores en riesgo. Tales operativos se vuelven detenciones y aseguramientos de centroamericanos que culminan en deportación sin respetar los derechos humanos de los migrantes. Patricia Zamudio directiva de Scalabrinianas Misión para Migrantes y Refugiados, señaló el eslabón perdido entre la política de regulación temporal con visas humanitarias a migrantes víctimas del delito y la realidad del eufemismo rescate.

Jorge Amilcar pasó dos noches de octubre en el hotel Praga, uno de los sitios señalados por el Instituto de Migración. Originario del departamento El Paraíso en Honduras, después de dos deportaciones y sobrevivir a varios golpes como intentos de extorsión y secuestro en Tamaulipas, agarró el supuesto camino más tranquilo: occidente. Dio con Analco por recomendación de otro migrante, quien advirtió debía entablar buena relación con los dueños del motel para no ser quemado con la migra. Fue víctima de delitos y en un operativo, en lugar de denunciar prefirió seguir por tierra hasta Nayarit.

El Servicio Jesuita Migrante reportó la deportación en 2015 de más de 99 mil personas migrantes. A días de conocer la estadística 2016, que se mezcla con la  migración trascontinental que puso de cabeza a Tijuana, las políticas asistencialistas en la Ley de Hospitalidad para Migrantes propuesta por el diputado Kumamoto, terminan siendo un pañuelo para una hemorragia.