Guadalajara, Jalisco.
En Jalisco, para algunas mamás los festejos del 10 de mayo han cambiado por búsquedas interminables de sus hijos e hijas desaparecidas.
En un Estado con más de 16 mil personas en esta condición, hay madres que viven de otra manera este día: con un duelo abierto. Han dejado las celebraciones para suplir un trabajo institucional que sólo les ha demostrado ineficiencias y omisiones. Sus vidas dieron un giro de un día para otro y estas son sus historias.
“En un cumpleaños, el 10 de noviembre, a su niña chiquita recién nacida la envolvió en una cobijita y le puso un moño y me dijo: ‘Mamá, aquí te traigo tu regalo’, sin saber que para el próximo año, en mayo iba a desaparecer”.
María Isabel busca desde hace nueve años a su hijo, Héctor Hugo. Acababa de ser papá de una niña que hoy está a cargo de su abuela. Desde el 5 de mayo de 2013, su familia no sabe nada de él, solo que salió con su jefe durante el bautizo de su hija y ya no regresó.
Las búsquedas por su parte han sido en colectivo con Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco (Fundej), pues ahí ha encontrado mayor facilidad para hacer presión en las instituciones al haber escasos avances después de nueve años.
El próximo 10 de mayo, María Isabel piensa hacer lo que ha hecho todos los días desde su desaparición: hacer una oración y esperar en la puerta de su casa a ver si Héctor Hugo regresa.
“Yo todas las noches salgo a hacer una oración que tengo que hacerla caminando, y estoy mirando por el lado de donde él venía y a ver si puede llegar, y pues se hacen las nueve de la noche y veo que no llegó y me meto en silencio a llorar, pero eso es diario, diario”.
Cada 5 de mayo, el día de la desaparición de su hijo, María Isabel le hace su comida favorita: pastel de carne y gelatina de queso filadelfia, pero los eventos familiares como el 10 de mayo no le apetecen ni la motivan a asistir. Ese gusto por convivir cambió desde hace nueve años.
“Cuando hacen un evento la familia, los familiares, yo no participo. Me duele mucho que todos estén en fiestas celebrando y yo no pueda por mi hijo, pero como dicen: la vida sigue y pues, sí, tienen razón. Entonces, ya estos nueve años yo ya guardó mucho mis sentimientos, pero mi corazón no para de sangrar”.