Guadalajara, Jalisco.
En Jalisco, para algunas mamás los festejos del 10 de mayo han cambiado por búsquedas interminables de sus hijos e hijas desaparecidas.
En un Estado con más de 16 mil personas en esta condición, hay madres que viven de otra manera este día: con un duelo abierto. Han dejado las celebraciones para suplir un trabajo institucional que sólo les ha demostrado ineficiencias y omisiones. Sus vidas dieron un giro de un día para otro y estas son sus historias.
Desde hace tres años, para María Guadalupe Galván mayo tiene los días más duros. El 5 de ese mismo mes de 2019, su hijo Elías Macías desapareció. Vivía solo, pero ese día ya no regresó a su casa.
Fotografía: Fátima Aguilar
El 30 de abril, cuando Elías cumple años empiezan los recuerdos para María. Después sigue el día de su desaparición y luego el 10 de mayo, que no ha vuelto a festejar desde entonces.
“Yo era bien alegre, me gustaba escuchar música, (después) de lo de mi hijo ya ni siquiera tolero escuchar música, siempre me la paso llorando, y más en estos días pues su cumpleaños, su desaparición, Día de las Madres, que mi hijo era el primero que llegaba, siempre el primeritito que llegaba a la casa. Mi hijo cumplió 37 el 30 de abril”.
Elías trabajaba en Tierra y Armonía como detallista. Alegre, risueño y sociable, quien la sostenía y la hacía fuerte. Así describe María a su hijo, y a quien decidió salir a buscarlo por cuenta propia, pero también unirse al colectivo Familias Unidos por Nuestros Desaparecidos Jalisco (Fundej) a fin de encontrar apoyo y ese soporte que era Elías.
“Por ejemplo, ahora que salió la fosa en Zalatitán y yo vivo cerca de ahí, pues nos ayudaron (Fundej) a entrar a que nos enseñaran todo lo que sacaron de esa fosa, y pues en cosas así que aparecen nos ayudan a que corran más rápido las confrontas. Yo vi todo lo de esa fosa de Zalatitán y tampoco está mi hijo ahí”.
María se vio obligada a suplir el trabajo que le toca a la autoridad porque, desde el primer momento, supo que estaba frente a una Fiscalía Estatal que no iba a salir a buscar a Elías. Al ir a denunciar recibió malos tratos en esta dependencia. Lo primero que solicitó fue que se pidieran las videograbaciones de unas cámaras que están cerca de su casa y nunca lo hicieron. En estos tres años, policías investigadores sólo la han acompañado en una búsqueda en campo.
“No he encontrado nada ni nunca he sabido qué pasó con él porque he preguntado en la colonia y nunca me ha querido decir. La carpeta de investigación no tiene nada de avances, lo mismo: ellos van a preguntarme a mi casa si ya regresó, si he sabido algo de él… ¿No debes venir a decirme tú qué avances hay?”.
María pasará estos días de mayo frente a un escritorio de una trabajadora social del Servicio Médico Forense (Semefo) viendo fotografías de cuerpos sin identificar. Preguntará en la colonia si alguien tiene alguna pista y esperará los hallazgos de fosas para ir a ver la barbarie en la que se ha convertido Jalisco, sólo con la esperanza de saber algo de Elías.
“Él no vivía conmigo, tenía dos meses que se había salido de mi casa y se fue a rentar, y ya que no me contestó el teléfono pues yo salí a buscarlo dos días, 7-8 de mayo ya no me contestó y fui a su casa a buscarlo donde él vivía y ya no estaban ni sus cosas ni él. Y hasta la fecha no he sabido nada de él”.