Sujo triunfa como Mejor Película en los Premios Ariel 2025
Foto: Héctor Navarro




Guadalajara, Jalisco.

La edición 67 de los Premios Ariel convirtió a Puerto Vallarta en el epicentro del cine mexicano.

Con Karla Souza como anfitriona, la gala reunió a lo más destacado de la industria y dio muestra de que, además de premiar la excelencia artística, los Ariel se han consolidado como un espacio para la memoria, la crítica social y el compromiso político.

El máximo galardón de la noche fue para Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez, que se llevó el Ariel a Mejor Película. La historia, centrada en la identidad y los jóvenes atrapados en la violencia del narcotráfico, obtuvo además los reconocimientos de Mejor Dirección y Mejor Coactuación Femenina, este último para Yadira Pérez Esteban.

Las realizadoras señalaron que recibir el Ariel representa un honor especial, no solo por la magnitud del premio sino porque les permite volver a poner en discusión un tema poco visibilizado: la infancia marcada por el crimen organizado.

Explicaron que la cinta nació con la intención de hablar de los llamados “huérfanos del narco”, una problemática que, según datos de UNICEF, afecta a más de un millón de niños y niñas que han perdido a alguno de sus padres por la violencia.

En su opinión, la película busca recordarle a la sociedad que no puede ignorar una crisis de esa magnitud y que cada persona tiene la responsabilidad de reflexionar sobre lo que está en sus manos para enfrentarla.

Aunque Sujo se quedó con el premio principal, la producción más galardonada fue Pedro Páramo, basada en la obra cumbre de Juan Rulfo. De las 17 categorías en las que competía, conquistó siete, principalmente en los apartados técnicos.

Entre ellos sobresalieron Mejor Coactuación Masculina, para Héctor Kotsifakis, y Mejor Fotografía, que recayó en Rodrigo Prieto y Nicolás Aguilar.

Prieto, uno de los cinefotógrafos mexicanos más reconocidos a nivel internacional, recordó que su primer Ariel lo ganó con la película Sobrenatural y que posteriormente volvió a recibirlo por Amores Perros. Comentó que este nuevo reconocimiento lo hace sentirse orgulloso de seguir perteneciendo a lo que definió como la gran familia del cine mexicano.

Uno de los momentos más intensos de la velada llegó con el discurso de Raúl Briones, quien recibió el premio a Mejor Actor por su papel en La cocina. El actor dedicó su triunfo a las familias migrantes y criticó la política actual de Estados Unidos.

Señaló que ese país vive un clima de persecución donde se castiga a quienes alzan la voz contra injusticias o migran en busca de mejores condiciones. Aseguró que, en lugar de ofrecer oportunidades, las autoridades optan por la represión, la deportación o incluso la violencia.

La emotividad también estuvo presente en el reconocimiento a la actriz Luisa Huertas, galardonada como Mejor Actriz por su interpretación en No nos moverán, una película inspirada en la matanza de Tlatelolco.

La veterana intérprete expresó que el premio estaba dedicado a todas las víctimas de la violencia en México y a las madres que hoy continúan la búsqueda de sus hijos desaparecidos. Recordó que, pese al paso del tiempo, el 2 de octubre sigue siendo un referente de lucha y memoria.

No nos moverán, dirigida por Pierre Saint-Martin, consiguió además otras tres estatuillas: Mejor Ópera Prima, Mejor Guion Original y Mejor Revelación Actoral para José Alberto Patiño. El proyecto destacó por entrelazar un acontecimiento histórico con una fábula de justicia y resistencia, logrando conectar con el jurado en diferentes categorías.

En conjunto, la ceremonia en Puerto Vallarta dejó un panorama diverso: Sujo reforzó la importancia del cine como vehículo de denuncia social, Pedro Páramo confirmó la fuerza de las grandes producciones técnicas y No nos moverán reivindicó la memoria histórica a través de nuevas miradas.

Más allá de los galardones, la edición 67 de los Ariel fue una muestra de cómo el cine mexicano se enfrenta a los retos actuales: desde la representación de los huérfanos de la violencia, hasta las denuncias contra las políticas migratorias y el recuerdo de las luchas estudiantiles.

  • El escenario vallartense se convirtió, así, en un escaparate donde las historias de ficción dialogaron directamente con la realidad del país.

Con discursos cargados de emotividad, denuncias políticas y reflexiones sociales, la entrega de este año dejó claro que el cine nacional no solo busca entretener, sino también abrir conversaciones urgentes. En ese sentido, los Ariel 2025 no fueron únicamente una premiación, sino un ejercicio colectivo de memoria, crítica y resistencia.

 


Héctor Navarro