Ricardo Yibrail Sánchez lleva su talento del ballet tapatío a los escenarios europeos
Foto. cortesía




 Guadalajara, Jalisco 

El bailarín tapatío Ricardo Yibrail Sánchez encontró en el ballet no solo una disciplina artística, sino un camino de vida que lo llevó de los escenarios locales en Guadalajara a formar parte de la compañía del Teatro Nacional de Serbia en Novi Sad.

Su interés comenzó desde la niñez, cuando la televisión se convirtió en su primer contacto con la danza.

"Yo no recuerdo bien, pero mis papás me dicen que cuando estaba chiquito prendía la televisión y ponía el canal de la cultura. Me la pasaba escuchando ópera y ballet, y les dije a mis papás que quería hacer lo mismo. Creo que debía tener unos tres o cuatro años cuando inició el interés.

Desde entonces saltaba en la cama imitando movimientos de lo que veía en la tele, y mi mamá me decía que lo repetía con mucha facilidad".

El verdadero giro llegó a los 14 años, al ingresar a la academia de la maestra Doris Topete, una de las formadoras más reconocidas de México. 

"Con ella me cambió el semblante a algo más profesional porque nos comenzó a llevar a concursos. Yo llegué en ceros, pero en tres años avancé muchísimo. Cuando hablaba con la maestra Doris yo no sabía que Isaac Hernández había estado en su escuela, y cuando me enteré fue muy sorprendente.

No nada más ha sido Isaac, muchos bailarines de la Compañía de Jalisco o maestros que ya tienen academias también pasaron por ella. Para mí fue una oportunidad muy grande haber estado en sus manos". 

En 2018, durante una competencia en Lecce, Italia, su esfuerzo rindió frutos: obtuvo una beca completa para estudiar en la Escuela de Danza Húngara. Allí vivió tres años de intensa preparación en medio de la pandemia. 

"Al principio no extrañé México por la emoción de estar allá, pero después sí me llegó la tristeza de mis padres, de mi familia, de todo. Mis amigos me decían: si quieres regresarte, hazlo, pero si quieres seguir adelante, enfócate. Y yo me enfoqué en lo mío. Aprendí mucho del arte europeo y de cómo lo aprecia la gente, cómo se llenan los teatros. También de la disciplina de los maestros, que eran más fríos, pero eso me ayudó a crecer”.

Tras graduarse en 2021, recibió una inesperada oferta de su director, Sárközy Gyula, para integrarse a su compañía.

Permaneció seis años en Hungría, primero como estudiante y después como profesional. El año pasado dio un nuevo paso al ingresar al Teatro Nacional de Serbia, donde el ritmo de trabajo lo mantiene en constante evolución. 

“Aquí todo es teatro, ensayar y dar funciones casi cada semana. Eso me gusta mucho porque me aprendo todo el repertorio y las oportunidades llegan rápido. Ahora me están ensayando un rol de solista en La bella durmiente para ver cómo me manejo en el escenario”.

  • Entre sus metas inmediatas está volver a Hungría, ahora como parte de la Ópera Nacional, además de realizar una maestría en danza. Y más adelante, regresar a México para impulsar a nuevas generaciones.

Héctor Navarro