En una época en la que la obsesión por la productividad y los contenidos inmediatos dominan las rutinas y el consumo, las redes sociales dejan entrever una tendencia basada en justo lo contrario: hacer las cosas sin prisas ni pretensiones.
DESTACADOS.
- El 44% de los trabajadores sienten mucho estrés en su día a día.
Para el doctor Adam Grant es mejor centrarse en “la gestión de la atención en vez de la gestión del tiempo”.
Etiquetas como “#puttering”, “#slowliving” o “#domesticharm” motivan a las personas a tomarse las cosas con calma.
Productividad. Rendimiento. Eficiencia. Son las tres claves que parecen dominar las prioridades del mundo actual, como si cada minuto del día tuviera que estar relacionado con la consecución de los resultados. Sin embargo, hay una revolución que ha surgido como respuesta: el “puttering”.
De acuerdo con el diccionario Merriam-Webster, el término “putter” podría traducirse como “moverse o actuar sin rumbo o con inactividad” y “trabajar al azar”. Así, y según explica el psicólogo David Zorel en Tiktok, consiste en “hacer pequeñas tareas cotidianas, sin prisas y de forma relajada”.
Porque, irónicamente, las redes sociales, a menudo señaladas por fomentar la cultura de la sobre productividad obsesiva, están siendo también una de las principales fuentes de expansión del “puttering”, que surge como una tendencia con la que hacer frente al agotamiento y a la presión por la gestión del tiempo.

Foto: Nathan Cowley
Por eso, en plataformas como TikTok e Instagram, “hashtags” como “#puttering”, “#slowliving” (vivir despacio) o “#domesticharm”, muestran vídeos donde millones de personas realizan tareas sencillas como bordar, ordenar libros, regar las plantas o restaurar un mueble antiguo; normalmente acompañados de música relajante y pausada.
Pero, aunque pueda parecer un fenómeno digital, este concepto no es nuevo: “al final es lo mismo que hacían nuestros padres o abuelos cuando cuidaban la casa, el garaje o el jardín, sin pretensiones”, explica a Efe Natalia, una “millennial” que estaba “cansada de sentirme culpable por no producir a cualquier hora del día” hasta que se topó con el concepto.
La versión más actual de este fenómeno encuentra su origen en la pandemia de COVID-19 y la cuarentena: “Muchos sobrellevaron sus momentos más difíciles con actividades saludables como cocinar, leer y hacer jardinería”, afirmó Margaret Swarbrick, directora asociada del Centro de Estudios sobre el Consumo de Alcohol y Sustancias, a raíz de un estudio para Rutgers Health.
Natalia, a su vez, lo confirma con su experiencia: “creo que fuimos muchos los que, al estar encerrados, empezamos a ocuparnos de tareas como la decoración o la jardinería…Y al volver a la ‘normalidad’ algo había cambiado. Al menos yo no afrontaba igual la presión diaria por la hiperproductividad y echaba de menos el tiempo libre”.
Parar más para producir mejor.

Foto: Cottonbro Studio
Porque el estrés, especialmente el laboral, es una de las claves de que movimientos como el “puttering” tengan una acogida creciente. Por ejemplo, según un informe de Gallup, el 44% de los empleados a nivel global afirmaron experimentar una gran cantidad de estrés en el día a día.
En contraposición a esto, un estudio de Scientific Reports desveló que las personas que desconectaban dejando a su mente divagar durante períodos de resolución creativa mostraban un aumento posterior en su rendimiento.
A su vez, si bien la Asociación Americana de Psicología (APA) ha señalado que el estrés puede ser una motivación para el rendimiento, también han afirmado que el exceso de este puede conllevar “problemas de salud física y mental”, según Newsweek.
En ese sentido, el “puttering”, es decir, realizar actividades cotidianas de manera relajada, ofrece una serie de beneficios que, según MensActiva, no se limitan únicamente a la reducción del estrés, sino que fomentan la creatividad y la atención. Y es que, irónicamente, “no obsesionarse con la productividad puede hacernos productivos”, señala Natalia.
A veces, la clave puede “no estar necesariamente alineada con el control real”, tal y como explica Stacey Bedwell, psicóloga del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King's College de Londres a la BBC, sino que “sintamos que tenemos el control”.
Atención mejor que tiempo.
Pero, si hay tantas evidencias de que tomarnos las cosas con calma puede ser beneficioso, ¿qué nos lo impide? Natalia dice que “la culpa”, y lo argumenta: “vivimos pensando que todo lo que hacemos ha de ser productivo, y la idea de ‘perder el tiempo’ nos llena de ansiedad… O al menos es lo que a mí me pasaba y lo que intento cambiar”.
En la misma línea, expertos como el doctor Adam Grant, psicólogo organizacional, señalan que “ser prolífico no se trata de administrar el tiempo”, tal y como explica en el New York Time.
Y es que “el día tiene un número limitado de horas, y enfocarnos en la gestión del tiempo nos hace más conscientes de cuántas desperdiciamos”.
Grant propone centrarse mejor en “la gestión de la atención”, que él define como “el arte de concentrarse en hacer las cosas por las razones correctas, en los lugares correctos y en los momentos correctos”.
Porque, a veces “nuestros problemas de productividad no se deben a una falta de eficiencia, sino a una falta de motivación”.
Algunas ideas para iniciarse en el arte del “puttering” incluyen, según Natalia, “pintar una pared, organizar un solo cajón, quitar las malas hierbas, coser alguna manta, limpiar las ventanas de una sola habitación o regar las plantas”.
La clave está en la intención: “no hay que hacer las cosas para tacharlas de una lista, sino para disfrutar del proceso de hacerlas”.
Así, en la era de la hiperproductividad agotadora, actos como “no hacer nada productivo” podrían ser, paradójicamente, la clave de la productividad en busca de nuestra propia salud mental. Como dirían nuestros abuelos: “hay que tomarse las cosas con calma”.

Foto: Cottonbro Studio
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