El secreto de Carlos Soria para subir montañas con 86 años
Foto cedida por Luis Miguel López Soriano




España

Antes del amanecer, entre las cinco y media y seis de la mañana, el alpinista Carlos Soria ya está levantado para comenzar su rutina de ejercicios: pedalear, subir y bajar las escaleras de su casa, pesas, caminar por los bosques cercanos o entrenar en el rocódromo.

El secreto de Carlos Soria para subir montañas con 86 años

EFE/Marina Segura

"Mientras pueda voy a seguir. Aquí no hay milagros: si te quedas tranquilamente en la cama o mirando la televisión no vas a poder hacer las cosas. Se pierde rápido el músculo a estas edades", explica la leyenda del alpinismo español en una entrevista con EFE.  

Está operado dos veces del corazón, de cataratas, del apéndice, de dos hernias, lleva audífonos, una prótesis dental y otra en la rodilla, y sufre artrosis. El historial médico de Carlos Soria (Ávila, 1939) parece largo, pero no es sorprendente para alguien de 86 años.

Lo realmente excepcional es su resistencia física y mental para escalar montañas de 8.000 metros a esa edad.

El 26 de septiembre, Soria se convirtió en la persona de más edad en coronar una cumbre de más de 8.000 metros, el Manaslu (8.163 metros) en Nepal. Con esta hazaña superó al japonés Yuhichiro Miura quien subió el Everest (8.849) en 2013 con 80 años.

El secreto de Carlos Soria para subir montañas con 86 años

EFE/Marina Segura

Es además la primera persona en lograrlo con una prótesis —en realidad dos—: una dental, que se le rompió durante esta última aventura y le dificultó alimentarse, y otra en la rodilla izquierda, que limita su movilidad a 90 grados.

"Lo que no puedes es ir por el mundo diciendo: `Es que tengo una prótesis, es que tengo 70 años..., no te quejes y procurar vivir otros 30´", afirma a EFE acompañado de su mujer, Cristina Gómez, en su casa situada a las faldas de la sierra de Madrid y a la que se llega tras cruzar la glorieta Carlos Soria, en Moralzarzal.

En la chimenea de piedra del salón cuelga el piolet que utilizó en su primer 8.000 y debajo un cuadro del emblemático Cervino, elaborado en punto de cruz por una de sus cuatro hijas. Aquí estuvo junto a su mujer, una amante de la escalada a la que conoció hace más de 60 años en los riscos y paredes rocosas de la Pedriza (Madrid). 

 "No sé si fue un flechazo, pero sí fue muy divertido conocer a Carlos", rememora Cristina entre risas. También recuerda que, en uno de los partos, las enfermeras no lograban adivinar quién era el padre de la bebé, debido al ir y venir de un numeroso grupo de hombres en la habitación preparando una expedición.

Soria explica que su afición por el deporte y las montañas comenzó a los 14 años y, gracias a ellas, conoce el mundo. Desde la Antártida, a los Andes, al Himalaya ...

A pesar de una infancia difícil porque vivió la posguerra, pasó hambre y se vio obligado a abandonar los estudios a los 11 años, afirma que no se queja: "Estoy encantado de haber vivido cosas tan distintas".

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EFE/Marina Segura

Antes de partir al Manaslu para conmemorar el 50 aniversario de la llegada de los primeros españoles a un 8.000, Soria decidió que era su último 'techo', pero "nunca dejará de escalar montañas”, afirma Cristina Gómez, quien elige la palabra 'cabal', en el sentido de honesto e íntegro, para definir a su compañero de vida.

  • Además de sus hazañas en los ochomiles, Soria completó el desafío de las Siete Cumbres —la más alta de cada continente— después de cumplir los 70 años. Él cree que la edad es solo un número.

Se emociona cada vez que alcanza una cima, pero aún más cuando baja: "Lo de la cumbre está bien pero ahí no acaba el asunto. Hay gente que no se da cuenta. Solo hay que llegar a la cumbre si estás en condiciones. Si estás destrozado subirás, pero no vas a poder bajar. La vida, seguir vivo es muy importante".

Sus recetas para encontrarse bien.Aparte de no fumar -lo probó de joven, pero enseguida se dio cuenta de que "era incómodo y no merecía la pena"-, Soria tiene claro que para vivir bien se necesita "comer bien, hacer ejercicio y tener un buen entorno familiar y de amigos. Es lo único que hace falta en la vida para ser feliz, y es fácil, no es difícil lograrlo".

"Si en algunos casos es imposible, pues da la vuelta y ve por otro lado. Procura tener una familia y amigos agradables, y huye de los que no lo son. Intenta no estar sufriendo toda la vida porque la vida puede ser muy larga. La mía está siendo larga y quiero alargarla todo lo posible".

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EFE/Marina Segura

Se le resisten dos 'techos': Dhaulagiri y Shishapangma.

Dice que ha perdido la cuenta del número de veces que ha intentado sin éxito alcanzar la cima del Dhaulagiri (8.167 metros), en la cordillera del Himalaya -en torno a una docena entre 1998 y 2017-, el primer y único lugar donde tuvo un accidente gravísimo a consecuencia de la caída de un sherpa.

Una fractura abierta de la tibia y el peroné a 7.400 metros habría significado el final para muchos, pero "gracias a tener buenos amigos entre los sherpas y los alpinistas me bajaron de allí".

"La primera parte de la bajada fue terrible, no teníamos camilla y llevaba atadas las piernas; me desmayaba de dolor. Unos amigos polacos subieron una camilla y así fui más protegido, pero las primeras ocho horas que tardamos desde el lugar del accidente al campo 3 fueron horribles. Pegaba gritos enormes cuando no estaba desmayado".

Sito Carcavilla, uno de sus compañeros habituales de expedición, se negaba a darle analgésicos para mantenerle despierto y todo su afán era bajar altura, con independencia del estado de la pierna.

¿Su próximo reto?

Su próximo desafío es "seguir subiendo montañas, vivo el mayor tiempo posible y haciendo lo que me hace feliz", explica Soria, casi recuperado de su expedición al Manaslu.

"Cuando llegó me le encontré hecho una pasa, imagínatelo con seis kilos menos y mentalmente muy cansado. Se va recuperando", concluye Cristina.

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Foto cedida por Luis Miguel López Soriano