Dortmund, Alemania.
El topo no pesa mucho más que una tableta de chocolate, pero es fuerte como un oso y vive bajo tierra. Aunque el cambio climático, con el aumento de las sequías y las inundaciones por lluvias torrenciales, lo amenazan en Alemania.
Por eso, los defensores de los animales y la naturaleza están preocupados por el hábitat cada vez más desfavorable y reducido del topo europeo, estrictamente protegido, cuya población está disminuyendo.
Una campaña participativa de ámbito nacional que comenzará el 16 de mayo revelará hasta qué punto se encuentra amenazado.
- El topo es diminuto y la longitud de su cuerpo varía entre 13 y 17 centímetros. Percibe vibraciones sutiles, tiene muy buen oído y olfato y puede ver la luz y la oscuridad.
Según las organizaciones protectoras de animales Nabu y BUND, este animal solitario construye su sistema de túneles entre diez y 40 centímetros por debajo de la superficie y en un área de hasta 5.000 metros cuadrados. En comparación, un campo de fútbol suele tener unos 7.000 metros cuadrados.
El referente de conservación de la naturaleza de BUND Matthias Goerres explica que al topo le gusta el suelo suelto y resistente a las heladas y evita los terrenos pantanosos o arenosos.
Por su parte, Janice Pahl, de Nabu, comenta que el hábitat del mamífero se está reduciendo porque cada vez se cierran y construyen más zonas, hay menos praderas y pastos y algunos campos se tratan con estiércol líquido y se compactan con maquinaria pesada.
Esto es perjudicial en varios aspectos, indica, ya que el topo desempeña un papel importante en el ecosistema.
La experta agrega que la población de topos está disminuyendo, pero no se encuentran actualmente amenazados como especie.
El pequeño animal está estrictamente protegido en Alemania y no se lo puede dañar ni matar. Sin embargo, los propietarios de jardines están autorizados a utilizar pesticidas, que también pueden tener efectos negativos sobre el topo.
No hay datos fiables sobre su población, pero Goerres advierte de que cabe suponer una tendencia a la baja también a futuro. El aumento de la sequía provoca el endurecimiento de las capas superiores del suelo, con graves consecuencias para el topo, describe.
Así, el topo tiene que cavar mucho más hondo sus madrigueras, también para alcanzar a las lombrices que allí se refugian, siempre y cuando no estén ya muertas. "Recibe menos aporte energético,
pero en realidad necesita mucha más energía debido a su mayor esfuerzo. Su actividad se reduce y su riesgo de muerte aumenta considerablemente", señala la experta.
El clima extremo también incluye lluvias torrenciales, que en repetidas ocasiones provocan inundaciones. Si los túneles se inundan, algunos topos -aunque saben nadar- intentan salir a la superficie.
Sin embargo, entonces quedan expuestos a depredadores como zorros o aves rapaces.
Pero, según explica Goerres, si el animal no emerge a la superficie, puede implicar que se ahogue.
Para tener un mejor panorama de la población, varias organizaciones, entre ellas Nabu, pusieron en marcha un proyecto participativo a partir de 2023. Desde el 16 de mayo, los ciudadanos deberán volver a notificar cualquier avistamiento de erizos, topos o sus montículos.
Algunas personas siguen utilizando palas o veneno para combatir los topos debido a los montículos que construyen, afirma la bióloga Eva Lindenschmidt.
"Hay que ser conscientes de que el topo no es una plaga de las plantas, sino un carnívoro beneficioso que también espanta a los topillos que van al huerto y come arañas, larvas o caracoles".
Si la población de topos efectivamente se viera amenazada en el futuro, la bióloga cree que las cosas se pondrían difíciles. Porque "para un animal que vive bajo tierra y necesita mucho espacio, la cría no sería posible".