Guadalajara, Jalisco.

Una joven hizo su boda inspirada en el libro de Laura Esquivel Como Agua para Chocolate, así que el menú fue chiles rellenos y mole en un rancho.

Otra, se tatuó las codornices en pétalos de rosa para recordarse a sí misma que es libre de elegir a pesar de lo que digan los demás.

Y una más, contó que su psicóloga le recomendó el libro por tener una mamá narcisista. Con el tiempo aprendió que mamá Elena respondió a las exigencias de su entorno.

Y eso que la mayoría de sus lectoras y lectores que fueron a verla a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara ni siquiera habían nacido cuando salió su obra.

"Cómo Agua para Chocolate y yo llevamos esos 36 años caminando juntas, aprendiendo, ha sido mi mejor maestra y una de las cosas que me ha enseñado y que es un aprendizaje invaluable, es precisamente el contacto con la gente".

La escritora explicó que revisando fotografías antiguas de sus familiares estaba Tita, una mujer bellísima a quien pidieron tres veces en matrimonio, pero la negaron.

• Aclaró que no es la historia de ella sino una especie de homenaje. Escribió lo que le hubiera gustado que Tita viviera. 

La fue convirtiendo hasta que llegó el momento en que Tita dice, "La tradición castrante se termina aquí y yo no la paso a la nueva generación". Justo ahí decide tomar su destino.

Para Laura Esquivel esas son las verdaderas revoluciones, no solo las del mundo exterior; eligió el tiempo de la Revolución para la obra como un contrapunto de los cambios que traería una lucha armada.

Y leyó un fragmento del libro El Diario de Tita:

"¿Te imaginas cuántos millones de años, de cielos, de estrellas entran a nuestro cuerpo con un simple trago de agua o con un trozo de tortilla?

Comemos cielo, comemos tierra, comemos aire, comemos fuego, comemos conocimiento; pensar que toda historia de la humanidad entra nuestra boca. Cada vez que comemos, me conmueve".