La vulnerabilidad del Louvre y otros museos
El famoso retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, fue pintada por Leonardo da Vinci entre 1503 y 1506, obra que el artista nunca llegó a entregársela a sus propietarios, permaneció siempre junto al artista. EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON




París.

Símbolo de la magnificencia artística europea, el museo Louvre atrae a millones de visitantes gracias a la riqueza de su colección: obras que condensan ideas, tiempos y sensibilidades en lienzos, esculturas, joyas y arquitecturas que desafían la temporalidad.

Para proteger este tesoro, el primer museo francés despliega un sofisticado entramado de seguridad; un sistema que, pese a su complejidad y a los sucesivos refuerzos tras cada incidente, sigue mostrando graves fisuras.

Domingo, 19 de octubre

El gigante del arte occidental acaba de ser escenario de un robo que ha sorprendido a propios y extraños por el descaro del que han hecho gala los delincuentes para introducirse en él que ha puesto en evidencia las medidas de seguridad.

En la mañana del domingo 19 de octubre de 2025 cuatro individuos simulando ser operarios accedieron desde la calle por una ventana -a plena luz del día-, a la Galería de Apolo, en el primer piso mediante una cesta elevadora, burlando inexplicablemente las alarmas de seguridad de esa zona.

 En apenas siete minutos, sustrajeron ocho piezas de las Joyas de la Corona francesa, valoradas en 88 millones de euros, incluyendo una tiara y un broche de la emperatriz Eugenia de Montijo, y un conjunto de esmeraldas de la emperatriz María Luisa.

La vulnerabilidad del Louvre y otros museos

Turistas esperan una larga cola para entrar al Museo Louvre en París, Francia, El Museo más visitado del mundo ha colgado en su página oficial en internet advertencias contra los carteristas. EFE/Ian Langsdon

La corona de Montijo fue recuperada poco después, tras caer de manos de los asaltantes durante la huida, aunque sufrió daños. 

 Este nuevo atraco ha vuelto a poner en evidencia las vulnerabilidades de un sistema de seguridad que a pesar de sus "sofisticadas" tecnologías, sigue sin estar a la altura de la institución.  

  • Y es que este atraco, a treinta minutos de la apertura del museo, y mientras el público recorría ya las salas del museo -incluso existen imágenes de algunos que llegaron incluso a grabar el momento- se perfila ya como uno de los robos más insólitos -con luz y taquígrafos- que ha sufrido uno de los buques insignia de la cultura francesa.

El incidente se produce para más inri en un momento en que los trabajadores del Louvre venían denunciando la falta de personal y la excesiva afluencia de público que se permite como factores que comprometen e impiden la buena seguridad del museo.

Robos, y ataques, más sonados en el Louvre

Desde la desaparición de La Gioconda de Leonardo Da Vinci en 1911 hasta el reciente robo de las joyas de Napoleón de octubre de 2025, repasemos brevemente los atracos más célebres en el Louvre.

El retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, conocida también por la Mona Lisa, hoy la pintura más famosa del mundo y protegidas del Museo del Louvre, por lo que ha estado cubierta con una lámina de alta resistencia al impacto y aislamiento térmico.

 Uno de los episodios más célebres de su historia ocurrió el 21 de agosto de 1911, cuando la obra desapareció de su marco: aquel robo hizo historia. 

 Según las investigaciones, el robo fue perpetrado por Vincenzo Peruggia, un carpintero que había trabajado en el museo y que creía que la obra debía regresar a Italia.

La vulnerabilidad del Louvre y otros museos

Sala de pintura italiana. Museo Louvre de Paris, Francia. EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

El ladrón conocía bien las instalaciones, por lo que, al cerrar el museo, se escondió y luego salió encubierto bajo una bata de trabajo. Tras anunciarse el robo, los periódicos de todo el mundo publicaron titulares sobre la desaparición del cuadro.

La obra permaneció desaparecida durante dos años, hasta que el propio Peruggia ya desesperado por deshacerse de ella, intentó venderla a un marchante en Florencia, pero éste la reconoció y alertó a la policía. 

Pero la obra más famosa del pintor renacentista, Leonardo da Vinci no gozaba del altísimo reconocimiento antes de aquel suceso ni siquiera ocupaba un lugar muy destacado en el museo. Fue aquel episodio el que contribuyó decisivamente a elevar a La Gioconda a la categoría que ocupa en la historia del arte.

Aunque no fue un robo, décadas después, la Mona Lisa volvió a sufrir un ataque. En 1956, un visitante lanzó ácido al cuadro, dañando parte del lienzo. Este incidente llevó al museo a reforzar sus medidas de seguridad y, años más tarde, a proteger la obra con un cristal blindado.

En 1971 tuvo lugar otro robo importante: la desapareció el cuadro La Vague (La ola), del pintor Gustave Courbet, principal representante del Realismo en la pintura francesa del XIX, una obra que nunca se recuperó. A pesar de los esfuerzos policiales, no se hallaron pistas concluyentes por lo que el caso fue archivado.

En 1983, dos piezas de armadura del siglo XVI desaparecieron de la colección de artes decorativas. El robo, cometido fuera del horario de apertura, no se resolvió hasta cuatro décadas después, en marzo de 2021. Este incidente impulsó la instalación de sistemas electrónicos de vigilancia que, en aquel momento, fueron pioneros en los museos europeos. 

En 1998 desapareció la pintura Le Chemin de Sèvres, de Camille Corot, una obra del siglo XIX que nunca fue recuperada. Aquel suceso motivó una completa revisión del protocolo interno de seguridad del museo, que, como se ve nuevamente, ha vuelto a fallar.

 
La vulnerabilidad del Louvre y otros museos

Una de las salas de pintura romántica del XIX del Museo del Louvre repleta de gente como es habitual. EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

Obras robadas varias veces de sus museos 

Uno de los casos más curiosos de robo de arte es el retrato Jacob de Gheyn III, de Rembrandt, considerada una de las pinturas más robada de la historia. Tanto es así que se está apodada como el “Rembrandt para llevar”.

Fue robado por primera vez de la Dulwich Picture Gallery de Londres en 1966, junto con otras dos obras más, y volvió a desaparecer en 1973, 1981 y 1983. En cada ocasión fue recuperado y hoy sigue expuesto en el museo.

Otra obra más antigua como el Políptico de Gante o La adoración del cordero místico, de Jan van Eyck, ha sido sustraída en siete ocasiones, no se libró del saqueo de las tropas de Napoleón en 1794 ni el perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

En Estados Unidos, el mayor robo de arte de la historia tuvo como escenario el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, un caso que permanece sin resolverse todavía 35 años después.

En la madrugada del 18 de marzo de 1990, dos hombres disfrazados de policías se introdujeron en el museo alegando responder a una llamada. Tras reducir a los guardias de seguridad, robaron trece obras de autores como Rembrandt, Vermeer, Degas y Manet.

Una de las piezas sustraídas más valiosas, El concierto de Vermeer, podría alcanzar los 500 millones de dólares, mientras que Tormenta en el mar de Galilea de Rembrandt fue cortada directamente de su marco. Desde entonces, los marcos vacíos de aquellas obras robadas siguen colgados en el museo como recordatorio de su pérdida.

El Museo Van Gogh de Ámsterdam también ha sufrido varios robos notorios. En 2002, dos cuadros fueron sustraídos tras una intrusión en la que los ladrones utilizaron una escalera y mazos para acceder al edificio.

Las obras permanecieron desaparecidas durante catorce años, hasta que fueron halladas en 2016 por la policía en una operación contra la mafia napolitana.

 El museo ya había sido víctima de otro espectacular robo en 1991, cuando veinte cuadros valorados en más de 400 millones de euros —entre ellos el célebre Los comedores de patatas de Van Gogh— fueron robados. Las obras fueron recuperadas poco después en un coche abandonado a pocos kilómetros del museo.

Y en Dresde, la famosa Bóveda Verde, que alberga la colección de tesoros más grande de Europa, fue asaltada el 25 de noviembre de 2019.

  • Los atracadores robaron valiosas joyas del siglo XVIII con diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros, de valor incalculable pero imposibles de vender en el mercado debido a su singularidad y fama. Parte del botín fue recuperado en 2022 y los atracadores —miembros de un clan criminal vinculado al crimen organizado— fueron condenados en 2023.

Amalia González Manjavacas