El Análisis | Debilidad económica
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Ocotlán, Jalisco

La opinión de los expertos consultados por el Banco de México (Banxico) da cuenta de que la debilidad de la economía mexicana se mantendrá en 2020: de un estimado de 1.2 por ciento de crecimiento, las expectativas se redujeron a 1.07 por ciento. Y para el cierre de este año, los expertos esperan un crecimiento nulo, es decir, del cero por ciento. Si bien hay señales que apuntan a la reactivación en 2020, como la inversión de 859 mil millones de pesos prevista en el Plan Nacional de Infraestructura, las perspectivas apuntan a que el repunte será insuficiente.

Cuando se habla de debilidad económica se refiere a que el mercado interno se encuentra frágil y esto se debe a diferentes factores. Hay algunos que son coyunturales, como la falta de confianza, la caída de la inversión física -que en el mes de septiembre totalizó ocho meses consecutivos de contracción-, el freno de las obras públicas y el mal momento de la industria de la construcción, así como la poca confianza de los consumidores que deriva en un menor dinamismo interno.

Pero detrás de esta debilidad se encuentran los motores internos, que arrastran lastres desde hace décadas: hay problemas de competitividad, de baja productividad, de formación de recursos humanos y de desarrollo insuficiente en cuanto a ciencia y tecnología. Y estos factores se ven reflejados en los resultados de 2018 de la prueba Pisa (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) que pusieron en evidencia que el 35 por ciento de los estudiantes mexicanos de 15 años no llegan al nivel mínimo de competencias en lectura, matemáticas y ciencias.

Sólo uno de cada 100 estudiantes logró posicionarse en los niveles más altos. Esto ubica a México en el último lugar de los 36 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En 12 años no ha habido mejoría en los resultados obtenidos por los estudiantes.

El gran problema de la economía mexicana no es económico, es educativo. Con una mala calidad de la educación, con estudiantes que tienen problemas para leer y para comprender lo que leen, es imposible lograr una economía fuerte en un contexto en el cual el conocimiento es el capital más importante. Estamos en tiempos en los cuales la innovación, la creatividad, la ciencia y la tecnología son vitales para generar riqueza, para hacer crecer la economía y para lograr un desarrollo que permita sociedades menos desiguales.

Aunque el complejo momento económico que se vive exige medidas contracíclicas urgentes, lo importante se encuentra en el plano educativo: hay que invertir más y mejor en la formación de las personas para tener condiciones de reinventar la economía y generar crecimiento sostenido y equidad distributiva. Los tiempos nos exigen una capacidad de innovación y de adaptación permanente a los cambios, para lo cual necesitamos no sólo mejorar en lectura, matemáticas y ciencias, sino en investigación, en emprendimiento y en nuevas habilidades para los empleos del futuro.

Por Héctor Claudio Farina