El gobierno mexicano volvió a exigir a Egipto que repare el daño a las víctimas y familiares del inédito ataque militar que dejó ocho turistas mexicanos y cuatro egipcios muertos, tras el regreso este viernes al país de los seis heridos en la agresión.

Cuatro en camilla y dos en silla de ruedas, los lesionados aterrizaron en la capital a primera hora de la mañana en el avión presidencial que el gobierno envió el lunes a El Cairo en una misión encabezada por la canciller Claudia Ruiz Massieu.

Los seis heridos -cinco mujeres y un hombre, uno de los cuales se arropaba con una bandera mexicana- fueron sacados del avión por socorristas y fueron trasladados en ambulancias y helicópteros al Instituto Nacional de Rehabilitación, un hospital público especializado en el tratamiento de quemaduras al sur de la capital.

A su llegada al hangar presidencial, la canciller reiteró la indignación del gobierno mexicano por ese ataque militar ocurrido el pasado domingo, cuando el grupo de turistas estaba descansando en una zona desértica y supuestamente fue confundido con terroristas. 

"Que haya responsabilidades y sanciones (a los autores del ataque), que se otorgue a los sobrevivientes y deudos una indemnización conforme a derecho internacional", reclamó Ruiz Massieu en el aeropuerto.

                                          - De nuevo en casa -

Horas más tarde, el presidente Enrique Peña Nieto se reunió en su residencia oficial con los familiares de los ochos fallecidos y en la tarde visitó a los heridos en el hospital.

Según las autoridades, los lesionados presentan un estado de salud delicado pero estable con heridas por esquirlas, quemaduras, fracturas y afectaciones en vías respiratorias.

"Todos están muy conscientes, con todos pude platicar (...) y espero que muy pronto puedan abandonar este estadio de hospitalización y regresar a sus casas", dijo el mandatario a los periodistas en las inmediaciones del hospital.

Peña Nieto también recalcó que, cuando el martes habló por teléfono con su par egipcio, Abdel Fatah al Sisi, le trasladó su "protesta enérgica para demandar una investigación profunda" del caso y la exigencia "para que se dé reparación de daño a las víctimas".

Asimismo, precisó que la repatriación de los cuerpos de los ocho fallecidos -entre quienes había un chamán, una exdiputada y una agente de modelos- no podría darse hasta la semana próxima "para no obstruir la investigación y el proceso legal" en curso.

Al asegurar que las víctimas le pidieron "absoluta privacidad" ante la prensa, Peña Nieto explicó que uno de los heridos, Juan Pablo García Chávez, le narró como fue el ataque. "Fue muy crudo, un momento muy difícil", afirmó.

Juan Pablo tiene la pierna derecha muy dañada, quemaduras y marcas de esquirlas en diferentes partes del cuerpo, pero "es poco para el tamaño del ataque", dijo a la AFP su hermano, Luis Andrés, poco después de visitarlo.

                                           - "Reconsiderar" viajar a Egipto -

Mientras el presidente se comprometía a acompañar a las víctimas y familiares en el proceso legal que se abra, la secretaría de Relaciones Exteriores publicó este viernes en su portal web una alerta para turistas mexicanos en la que recomienda "reconsiderar o posponer" sus viajes a Egipto.

Esto, "debido a la inestabilidad política y social, así como a la amenaza de ataques terroristas o a la acción de las fuerzas armadas para enfrentarla", argumentó.

El gobierno egipcio ha argumentado que los turistas fueron atacados por error en medio de un operativo contra yihadistas ya que se encontraban en una zona prohibida a visitantes al momento del ataque, lo que es rechazado por los supervivientes.

El convoy de 14 turistas fue atacado el domingo por militares mientras se dirigían al turístico oasis Bahariya, ubicado a 350 km al suroeste de El Cairo.

Carmen Susana Calderón, una de las turistas heridas y esposa de Luis Barajas, quien murió en el ataque, relató a un diario mexicano que la agresión fue perpetrada por aviones que arremetieron con "saña" contra el convoy con cinco ataques que duraron tres horas en una zona del desierto donde no había dónde resguardarse.

Según Calderón, el convoy había sido detenido en dos ocasiones por autoridades egipcias que, tras revisar sus documentos, los dejaron continuar.