Guadalajara, Ciudad de papel || Parte V



Guadalajara, Jalisco.

Cuando el temporal está en curso y el cielo de Guadalajara se llena de nubes negras, sólo queda resignarse.

Porque en cuanto el sonido de los rayos advierte que las primeras gotas de lluvia están por caer, millones de habitantes de la segunda ciudad más importante del país saben que todo irá a mal.

Quienes tienen más fortuna saben que basta apurar el paso o, de plano, resguardarse en casa; quienes no, están obligados a poner costales de tierra en la entrada a su vivienda y llevar el auto a un sitio seguro porque saben que su calle, irremediablemente, se convertirá en un río.

En el peor escenario, los ciudadanos deben mentalizarse a que permanecerán varados durante horas debido a que el transporte público se averió, o porque de plano le es imposible frenar al camión para no llenarse de agua.

En suma, desde hace décadas los tapatíos están obligados a transformar su jornada en cada tormenta. Y nunca para bien.

Porque en Guadalajara las promesas de cambio han fallado, las obras para contener inundaciones también y la normativa de plano es ignorada. Cada vez hay más fraccionamientos y torres de departamento a precios inaccesibles para un gran porcentaje de la población, y cada vez hay menos zonas de absorción de agua de lluvia.

Entonces, ¿de verdad Guadalajara es la ciudad habitable y resiliente que las autoridades le venden al mundo?

Josué Daniel Sánchez Tapetillo, experto en hidrología, explicó:

“Tenemos que cambiar el enfoque. Hay otras alternativas. En otras ciudades del mundo están buscando otros esquemas de los manejos de escurrimientos pluviales, soluciones basadas en la naturaleza”.

Mientras que en el Área Metropolitana de Guadalajara las inundaciones se “solucionan” con colectores y vasos reguladores, en países de Europa como Francia e Inglaterra, o incluso en Estados Unidos lo hacen a través de los jardines de lluvia que captan el agua que cae del suelo, y con la recuperación de cauces y arroyos.

Y entonces, ¿por qué no se escucha de estas soluciones para esta ciudad?

El experto en hidrología, José Daniel Sánchez Tapetillo, argumentó que de plano no hay interés del Estado, de los gobiernos municipales o del sistema operador del agua en transitar al uso de infraestructura verde.

“Hace falta incorporar nuevas visiones e ideas, otros esquemas y manejo de hacer las cosas. En ese sentido no hay mucha apertura todavía; no hay espacio para que se puedan incorporar estas nuevas visiones, esas ideas”.

Desde hace una década, los jardines de lluvia son una realidad en Estados Unidos y Europa. Recuperan un espacio público para vestirlo con plantas originarias del lugar que no sólo lucen bien, sino que captan los escurrimientos de los techos.

Estos jardines también captan el agua pluvial, lo que permite almacenarla, que ésta se infiltre o se evapore a través de las plantas, y, en consecuencia, que no fluya tanta por los sistemas de alcantarillado o por la superficie.

La meta que se han impuesto esos países es reducir hasta 10 % la precipitación de la lluvia para 2030 a través de la infraestructura verde.

Y para no irnos tan lejos, hay ciudades en México como Hermosillo y Ciudad de México donde la escasez de agua ha impulsado la creación de jardines de lluvia en espacios públicos como callejones o techos. Y todo, instrumentado como una política pública.

Mientras tanto, en Guadalajara… Bueno, en Guadalajara tenemos esto:

“Mientras no cambiemos el modelo de urbanización que hemos venido manejando por décadas, seguimos construyendo vasos reguladores por Avenida Patria, pero no paramos la urbanización en la cuenca alta del Arroyo de Atemajac. Se construyen estos vasos reguladores y no sabes cuánto tiempo van a tener capacidad de aportar una pequeña solución, y en el corto plazo se van a ver rebasadas porque no cambia el modelo de urbanización”.

Y precisamente por eso que menciona el urbanista Leonel Gutiérrez:

Porque el modelo de urbanización no se ha construido en armonía con la naturaleza, porque los instrumentos de planeación y ejecución de obra son letra muerta, porque los más de mil millones de pesos en proyectos contra inundaciones no han servido en lo absoluto.

Pese a las promesas vertidas, cada vez hay más puntos que se vuelven ríos en la segunda ciudad más importante del país, es que Guadalajara, muy desafortunadamente, es una ciudad de papel.

Redacción: María Ramírez e Isaack de Loza.

Lee el especial completo en:

Guadalajara, Ciudad de papel