Cómo es la ruta del tráfico de inmigrantes ilegales hasta Alemania
Patrick Pleul/dpa




Forst, Alemania.

El largo viaje finaliza para Ahmed y sus compañeros en las afueras de la ciudad alemana de Forst, en la frontera con Polonia. Los hombres jóvenes aguardan en silencio hasta que los policías alemanes los registren y trasladen.

Son 29 personas agotadas, todos provenientes de Siria, según ellos mismos indican, dejados por un traficante de personas del lado polaco de la frontera.

  • Para finales de agosto ya eran casi 71.000 migrantes, más de 7.600 de ellos en la frontera germano-polaca de Brandeburgo, donde también aparece este grupo.

Las cifras en alza generan tanta intranquilidad en el ámbito político que la ministra alemana del Interior, Nancy Faeser, ordenó endurecer los controles en las fronteras orientales germanas. 

La atención se centra menos en los propios migrantes, que suelen entregarse voluntariamente para solicitar asilo, sino que se focaliza sobre todo en las redes delictivas que traen a la gente a Alemania a cambio de mucho dinero.

El conductor que trasladó a Ahmed y su grupo se dio a la fuga. Pero la policía atrapó este año, según sus propias cifras, a 1.683 traficantes de personas hasta fines de agosto, bastante más que los 1.465 capturados en igual período de 2022. 

El grupo más numeroso entre los sospechosos era el de los sirios, con 263 detenidos; 252 eran de nacionalidad ucraniana; 140 tenían pasaporte turco: 89, alemán; y 78, afgano. Los traficantes llevan personas a Alemania principalmente por dos rutas: a través de Rusia y Bielorrusia o por la ruta de los Balcanes.

  • Ahmed y sus compañeros de travesía cuentan poco sobre quienes los ayudaron. Al parecer no hablaron con el conductor del vehículo, estuvieron muchas horas en la parte de carga del transporte, encerrados, sin ventanas, solo con una botella de agua y un par de plátanos cada uno. Quizá los amenazaron para que no digan nada, sin embargo, el negocio no es tan encubierto como podría pensarse.

En el inicio de la cadena se encuentran personas como Abu Yamen, en Turquía, que promociona sus servicios en Tiktok. Vídeos cortos muestran a personas escalando vallas, sentadas apretadas en coches o abriéndose paso entre arbustos.

"Hoy vamos rumbo a Alemania", dice uno a la cámara. Por hasta 7.000 euros (unos 7.400 dólares) por cabeza, Abu Yamen -su nombre ficticio- trae personas de Turquía a Europa.

El traficante cuenta a dpa en Estambul que actualmente tiene entre 50 y 60 clientes al día. Las personas llegan a Polonia, Alemania o Francia a través de una red de intermediarios. Un gran problema, se queja, son las bandas de Bulgaria y Hungría que roban a los migrantes. 

El hombre rechaza la acusación de que hace negocio con la miseria de la gente. Asegura que los migrantes son sus "hermanos y hermanas" y él solo los ayuda a llegar a donde quieren ir. "Garantizamos la seguridad", alardea.

¿Se trata solo un servicio amistoso? El policía alemán Andreas Rosskopf lo ve de otro modo. "Estas organizaciones de traficantes son asociaciones altamente criminales, conectadas a nivel mundial", afirma. El policía afirma que el negocio es extremadamente profesional.

Quienes quieren llegar a Europa Occidental transfieren de 8.000 a 10.000 euros o dólares estadounidenses a una cuenta de transferencias, que solo se libera por completo cuando la persona llega a su destino.

Los ayudantes organizan el viaje por tramos con varios conductores que reciben las coordenadas de un punto donde recogerlos y dejarlos a través de canales como Telegram o Whatsapp.

Los conductores se embolsan entre 500 y 700 dólares o euros de comisión por persona transportada. De antemano, envían pruebas, como una foto de las personas contrabandeadas en su destino en territorio alemán.

  • La ruta a través de Bielorrusia hacia la Unión Europea es un caso especial, porque el negocio del tráfico de personas funciona en Moscú o Minsk, en parte con apoyo estatal.

Claudia Ciobanu, corresponsal en Polonia de la Balkan Investigative Reporting Network, lo investigó de cerca. Según el informe, los traficantes de Cercano Oriente consiguen a los migrantes visados rusos que les permiten volar a Moscú.

Allí los recogen en el aeropuerto y los alojan temporalmente antes de llevarlos en coche o taxi a Bielorrusia y de allí a la frontera polaca.

Los migrantes reciben escaleras o herramientas para escalar la valla fronteriza de 5,5 metros de altura levantada por Polonia, de acuerdo a la investigación de Ciobanu. Una vez en Polonia, país miembro de la Unión Europea, otros conductores los recogen y los llevan a Alemania. 

Los conductores de las redes de tráfico, que a veces son detenidos en la frontera, son las piezas más pequeñas del engranaje. Los investigadores intentan llegar a los cabecillas de las organizaciones a través de los datos de los teléfonos móviles y los flujos de dinero.

Hay tanto dinero en este negocio ilegal -miles de millones, calculan los investigadores- que, al parecer, las grietas en las redes ilegales se cubren rápidamente.