
Redacción.
El momento de una intervención quirúrgica es ‘la hora de los valientes´, tanto para el paciente que afronta la cirugía desde el miedo y el desconocimiento, como para el médico que lo interviene, quien se responsabiliza de operar a un semejante y acepta los riesgos, comprometiéndose a curarlo.
Señala un prestigioso cardiocirujano, que desvela lo que ocurre en la sala de operaciones. El 29 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón.
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—El médico cirujano Rafael Hernández Estefanía explica en su libro ‘La hora de los valientes’, todo lo que ocurre en el quirófano, ese misterioso lugar al que acudimos con miedo, esperanza, indefensión, y suele ser una fuente inagotable de tópicos, falsos mitos, leyendas y elucubraciones sin fundamento.
—“Son muchos los que deben enfrentarse a una intervención, y otros tantos los que han vivido la experiencia en el pasado, o a través de un ser querido. Por eso, es imprescindible aclarar todas las dudas referidas a la cirugía, los quirófanos, la anestesia, las cicatrices o el alta médica”, según el doctor Hernández Estefanía.
—“Antes de la cirugía, hay una calma tensa, como la que vivían los soldados de la Gran Guerra que esperaban en la trinchera a que sonase el silbato para subir por la escalera y combatir. El cirujano afronta la intervención con ánimo de perseverar y nunca rendirse, como sucede en una guerra”, destaca.
Cada año, el 29 de septiembre, se conmemora el Día Mundial del Corazón, órgano clave del cual depende nuestra vida y que en ocasiones necesita ser sometido a cirugía para poder salvarla.
¿Qué sucede desde el momento en que un paciente sabe que tendrá que ser intervenido hasta que recibe el alta médica?
¿Qué ocurre tras la puerta cerrada de la sala de operaciones?
Muchas personas imaginan los hechos o se hacen una idea más o menos aproximada a la realidad en base a lo que han oído, les han contado o han visto en alguna serie, película o documental, pero pocas (aquellas que han pasado por el quirófano o han estado junto a un familiar intervenido quirúrgicamente) conocen de primera mano los pormenores de este procedimiento médico.
Quienes quieran acercarse a las realidades de la cirugía, disponen ahora de un testimonio directo de lo que ocurre en ese ‘mundo desconocido’ y fuente inagotable de tópicos, falsos mitos y elucubraciones sin fundamento, descrito desde un punto de vista excepcional, el de un reconocido cirujano, que narra en detalle las interioridades de la rama de la medicina que ejerce a diario.
En su libro ‘La hora de los valientes’, Rafael Hernández Estefanía, doctor en Medicina y especialista en Cirugía Cardiovascular y Torácica, nos sumerge en la mente del cirujano, revelando sus pensamientos, emociones y vivencias en el quirófano y desvelando a pacientes, familias y a la sociedad en general, el mundo real y desmitificado de la cirugía.
- A lo largo de su vida profesional, el doctor Hernández Estefanía ha trabajado en ciudades de España y Portugal; en la actualidad desempeña su actividad como cirujano en los Hospitales Fundación Jiménez Díaz y Rey Juan Carlos, ambos en la Comunidad de Madrid (España); y también es profesor asociado de Cirugía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
La ‘hora de los valientes’.
Consultado acerca del título de su libro, Hernández Estefanía señala que alguna vez le ha venido a la mente la expresión ‘la hora de los valientes’, cuando se está cambiando de ropa en el vestuario para efectuar una intervención.
“Es un momento de calma tensa, como el que vivían los soldados de la Gran Guerra que esperaban en la trinchera a que sonase el silbato para subir por la escalera y combatir”, explica en una entrevista con EFE.
Añade que la analogía entre lo que sucede en las trincheras y los quirófanos, también le parece interesante “porque una intervención tiene mucho que ver con el entrenamiento, la disciplina, el mantenimiento de la planificación y los protocolos establecidos, la camaradería, la jerarquía y, con la necesidad de perseverar y nunca rendirse, como sucede en cualquier guerra”.
“La ‘hora de los valientes’ se refiere a los cirujanos, quienes asumen la responsabilidad de operar a un semejante, aceptar los riesgos, comprometerse en curarlo y, sobre todo, en no hacerle daño, pero también hace referencia a los pacientes, que asumen su necesidad de cirugía y deciden afrontarla desde el miedo y el desconocimiento”, señala.

El momento de la intervención quirúrgica es ‘la hora de los valientes’, para el cirujano y para el paciente. Foto: Olga Guryanova-Unsplash.
La noche previa a una cirugía.
Consultado sobre ¿Cuáles son sus ‘armas secretas’ para fortalecer y mantener su valentía ‘cuando suena el silbato en la trinchera’ y debe salir a afrontar un nuevo reto quirúrgico?, el doctor Hernández Estefanía responde que “todos los cirujanos tenemos nuestra propia liturgia preoperatoria”.
“En mi caso, la noche previa a la cirugía, antes de dormirme, imagino que estoy operando al paciente. Es una suerte de ensayo privado en el que repaso mentalmente los pasos que ejecutaré al día siguiente. Es un ejercicio que he hecho desde que empecé a operar y que me parece muy útil, puesto que te obliga a revisar los detalles particulares de cada enfermo”, puntualiza.
Señala que “cuando se trata de un caso complejo, me gusta reforzar mis convicciones quirúrgicas pensando que, en realidad, estoy entrenado para esto”, y añade que también se prepara mentalmente “recordando las tantas y tantas veces en las que estuve en una situación similar y la intervención resultó finalmente satisfactoria”.
Hernández Estefanía explica que en ambos casos, todo eso es posible “gracias a la experiencia acumulada de cada profesional” y sostiene que “en general, al igual que sucede en todas las profesiones, cuanto más operas, mejor cirujano eres”.
La vida pendiente de un hilo.
Han transcurrido ya muchos años desde el día en que este médico hizo su primera cirugía, pero confiesa que no lo ha olvidado. Se trataba de un paciente al que hubo que quitarle una válvula cardiaca deteriorada y colocarle una prótesis aórtica.
“Todo transcurrió bien y sin imprevistos. Solo quedaba cerrar la aorta, que el corazón retomase su actividad normal, desconectarlo de la máquina de circulación extracorpórea, revisar todo, cerrar y... ¡listo!” rememora.
El Dr. S., que era quien me ayudaba, dijo —mientras apuntaba hacia la sutura con una pinza— : “Ahí tienes: la vida de este señor está ahora pendiente de un hilo”.
“Pensar que la sutura se pudiera rasgar me provocó un escalofrío. El Dr. S tenía razón, porque cuando operas, debes ser siempre consciente de que, en cualquier momento, las cosas pueden torcerse”, reflexiona.
En la sala de operaciones.
“En nuestro quirófano, el paciente que vamos a operar está listo. El equipo que nos rodea, también. Me coloco de pie, perpendicular al paciente, a la altura de su hemitórax derecho. Es la posición natural de cualquier cirujano cardiaco”, relata el doctor Hernández Estefanía.
A continuación “alguien dice ‘¿hacemos la pausa quirúrgica?’. Se trata de una última comprobación de seguridad que se realiza antes de la primera incisión, y que se ejecuta de forma verbal”, prosigue el cirujano.
Explica que entonces “se comprueba si el nombre del paciente coincide con el del programado, se confirma el tipo de cirugía, si el procedimiento es de rutina, si se le ha dado el antibiótico, entre otras cosas”.
“Todo listo. Extiendo mi mano y la instrumentista coloca en la palma de mi mano la hoja nº 23 montada en su mango. La entrega con la punta orientada en sentido contrario a la de nuestros cuerpos. No necesito pedir ‘bisturí’ como en las películas. La profesionalidad diaria que transforma los gestos de responsabilidad en rutina y en precisión”, puntualiza.
A continuación el cirujano anuncia “comenzamos” y “coloco la hoja encima de la piel y presiono suavemente hasta que aparece una delgada línea roja”, narra el doctor Hernández Estefanía.

La tarea del instrumentista es crucial en el quirófano, donde algunas operaciones pueden durar horas. Foto: César Badilla Miranda-Unsplash
Final de la operación y alta médica.
“Para el cirujano, el cierre de la piel supone la finalización del procedimiento. Es el momento de respirar hondo y hacer una valoración prudente del resultado de la intervención”, explica.
Tras finalizar la sutura de la piel, Hernández Estefanía siempre le da la mano a la instrumentista. Es un gesto que aprendió del Dr. S, “un apretón que sella un trabajo bien hecho y es una señal de agradecimiento a quien ha estado a cargo de la instrumentación quirúrgica durante muchas horas”, apunta.
Respecto del alta médica, este cirujano señala que ha llegado a la conclusión no oficial ni académica (aunque quizá sí basada en la evidencia) de que, además de los parámetros clínicos, las pruebas complementarias, y el aspecto del paciente intervenido.
Lo que determina si debe tener alta médica o no, consiste en observar si muestra signos de estar aburrido de estar ingresado.
“Si camina por el pasillo varias veces al día, si se para en el control de enfermería para charlar con el personal (a quien ya conoce por el nombre) o, incluso, si visita a pacientes de otros cuartos ingresados por otras patologías diferentes a las suyas, es el momento de mandarle a su casa”, concluye.

Rafael Hernández Estefanía es doctor en Medicina y especialista en Cirugía Cardiovascular y Torácica. Foto: Grupo Planeta.
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