¿Cada vez somos menos? La renuncia a ser padres| Parte I: Incertidumbre ambiental y financiera

Una elección de proyecto de vida sin descendencia es una postura cada vez más frecuente entre la población joven a nivel mundial, pues recientemente la tasa de fecundidad pasó de cinco nacimientos por mujer a solo dos.



Guadalajara, Jalisco.

Una elección de proyecto de vida sin descendencia es una postura cada vez más frecuente entre la población joven a nivel mundial. Muestra de ello es que en la última mitad del siglo pasado decreció la tasa de fecundidad de cinco nacimientos por mujer a solo dos en el mundo.

Las causas para que las personas jóvenes decidan no tener hijes coinciden a escala global: la incertidumbre por la salud ambiental y el cambio climático, la precarización laboral, la dificultad para acceder a la vivienda y la priorización de la individualidad como plan de vida, son las principales razones para la renuncia a la procreación.

Estas razones son coincidentes con movimientos globales como Child Free, una corriente iniciada hace dos décadas que significa el rechazo a reproducirse.

La investigadora en políticas públicas de la Universidad de Guadalajara y doctora en Ciencias Sociales, María Esmeralda Correa Cortez, explica que la preocupación por reducir la huella ecológica y la falta de certeza en la disponibilidad de recursos naturales son temas recurrentes en la observación académica respecto a que cada vez menos jóvenes decidan procrear.

“Esta generación es una generación ultra consciente de cómo se ha ido acabando el ambiente o la calidad del aire, la calidad del agua y la calidad de vida en sí misma junto con ellos. Entonces, esta generación es como muy consciente de la huella ecológica.

Entre ellos incluso están hablando constantemente de la huella ecológica, entonces el deseo de no tener una familia tradicional con mamá, papá e hijos es principalmente porque quieren disminuir la huella ecológica o la huella ambiental que dejan en su paso por la Tierra.

Además, también por un miedo fundamental o fundado en qué va a ser de mi hija; o sea, no va a tener agua o no va a tener alimentos o va a tener calentamiento global”.

Lo dicho por la investigadora lo confirma Berenice, una joven que, aunque no se ha operado para evitar embarazarse, sí tiene muy claro que no desea ser madre, principalmente por el deterioro ambiental:

“En mi caso, las decisiones que yo tomé para no ser mamá, o más bien las causas que yo contemplo importantes en esa decisión, es porque me preocupa mucho el futuro.

Yo no le puedo asegurar a un bebe, a una niña o un niño mío que vaya a tener agua, que no vaya a sufrir todas las consecuencias que estamos teniendo tanto de cambio climático como económicas porque, si para nosotros ya es complicado existir en un mundo en el que cada vez todo es más costoso.

Todo es más difícil: asegurarte un trabajo y sobre todo vivir tranquilo, yo creo que para un bebe en un futuro va a ser más complicado porque no vemos que esto cambie”. 

José Alberto es otro caso de un joven que dejó fuera la paternidad de su plan de vida. Él comparte que las razones están relacionadas con la economía y también por su interés en reducir la huella ecológica.

“Tengo 35 años. ¿Cuándo descubrí que no quiero tener hijos? Fue como desde secundaría o preparatoria que ya tienes un poco más de conciencia de ir decidiendo tu futuro, desde ahí decidí.

El por qué, primeramente, fue por una cosa de economía de cómo está actualmente la economía y cómo va a estar yendo a futuro, de que ya no está como muy habitable el planeta también, somos muchos.

Lo último, yo tener decisión de mi cuerpo y ser responsable no nada más como método anticonceptivo que las mujeres toman sino yo también hacerme responsable desde esa parte”. 

  • En la siguiente entrega de este trabajo revisaremos datos de las tasas de fecundidad en el país y como la inversión de la pirámide poblacional atenta contra la capacidad del Estado para sostener a una población envejecida.

Celia Niño