Guadalajara, Jalisco.
La escasez de agua en el Área Metropolitana de Guadalajara mostró sus efectos desde hace más de una década, cuando fraccionamientos de reciente construcción comenzaron a carecer de suministro, lo mismo que algunas colonias sin regularización de zonas focalizadas como el Norte de Zapopan.
En esa situación de regateo de sus derechos humanos viven las familias que resisten en el fraccionamiento Silos, en Tlajomulco: uno de los primeros núcleos de vivienda edificados hace cerca de 20 años en el corredor de la Carretera a Chapala, y uno de los primeros también que comenzó a quedarse vacío por la falta de agua y otros servicios.
María Lourdes alquila una casa allí. La falta de agua la hace querer irse, pero la falta de ingresos se lo impide. Ella cuenta cómo es que, desde prácticamente el inicio de este año, dejaron de recibir agua en los domicilios.
“Son como dos, tres meses atrás, que batallamos muchos por el agua. Vienen las pipas, pero no nos la dan, nos las venden y de qué se trata si todavía estamos en la pandemia; todavía no salimos y todavía muy chingones vienen aquí a hacer su agosto con nosotros. Hay mucha gente que no tenemos para el agua, mucha gente que todavía no tiene trabajo, entonces, ¿ahí qué podemos hacer?”.
El escenario se recrudece si se considera que la gran mayoría de colonias sin agua se encuentra en polígonos vulnerados por la desigualdad social, donde los ayuntamientos no apoyan con envío de pipas gratuitas, lo que hace que el acto de comprar agua, además de pagar el estimado anual que les cobra el Ayuntamiento, significa para muchas personas sacrificar otros insumos, incluso alimentos.
El tema está directamente relacionado también con la salud de las personas. Alejandra, por ejemplo, tiene una herida que debe asear a menudo. Igual su nieta: una bebé con alergia en la piel cuyo tratamiento exige ducha diaria. Sin embargo, la falta de agua potable les complica estas acciones de las que depende su mejoría.
Las vecinas de Silos reconocen que los que llevan agua en pipas abusan de su necesidad, consideran que el abuso está relacionado con la complacencia de las autoridades, quienes, por un lado, desde el inicio permitieron que se vendieran casas para las que no habría agua, y también por ser omisas en el envío de pipas gratuitas que desahoguen la carga de las finanzas familiares.