Guadalajara, Jalisco.

El cuarto y último día de la V Bienal Vargas Llosa hubo una charla entre Marisol Schulz Manaut, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y el escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, con la premisa 'Literatura para tiempos recios' siendo el Paraninfo Enrique Díaz de León el punto de reunión.

Ante el breve recordatorio de que la novela “Travesuras de la niña mala” del escritor peruano tiene un embrión en Guadalajara pues en un restaurante de Av. Vallarta se gestaron algunas ideas, Vargas Llosa señaló que desde sus inicios los escritores latinoamericanos han sido marcados por la realidad violenta y ésta inevitablemente permea en su literatura.

"La literatura latinoamericana expresa esa realidad, irónica a través de juegos de palabras, por medio de la fascinación dejando que la imaginación opere pero siempre rascando en esa literatura una violencia de base".

La directora de la FIL destacó que en varias de sus obras, Vargas Llosa aborda la violencia política y citó como ejemplo la sexta novela del escritor 'La guerra del fin del mundo' la cual recrea literariamente la guerra de Canudos, un acontecimiento histórico ocurrido en 1897, en el que se movilizaron hacia el nordeste brasileño más de 10 000 soldados.

Ante esto, el escritor dijo creer que había un problema en la literatura latinoamericana, pues la violencia en la que participaban muchos escritores los liberaba de preocupaciones estrictamente literarias, es decir; eran textos confusos en los que no había ningún trabajo de la palabra.

"Creo que en parte el boom ha significado la gran renovación de esa violencia a través de una forma que la exprese de una manera más genuina, más auténtica, inventando personajes o inventando formas que eran mucho más en comparación con la literatura que se escribía en nuestros días".

El Premio Cervantes 1994 recordó cómo al ser estudiante en el Colegio Militar Leoncio Prado soñaba en escribir una novela, pero al mismo tiempo sabía que por el contexto que vivía Perú en esos años sería sumamente difícil.

"Ser un escritor en Perú era absolutamente ir contra la realidad porque no había editoriales, ni librerías en la Lima de mi infancia. En esas condiciones ser escritor resultaba bastante ridículo. Uno se podía pasar la vida con unas novelas que no tenía cómo publicar, que no despertaban ninguna curiosidad en el público y que si leía sólo lo hacía con los autores famosos que eran italianos, americanos, franceses".