https://www.youtube.com/watch?v=YJb3QKWq5_c


Que un perro o gato viva en las calles de la ciudad no es culpa de la proliferación de animales, sino de quienes sin pensar en las consecuencias, abandonan a sus macotas.

Es así como inicia la reproducción de perros y gatos que deambulan en las calles, los cuales sortean una serie de adversidades, como las condiciones climáticas, el maltrato, la hambruna o la muerte.

De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicado en 2012, la zona conurbada de Guadalajara concentraba a más de 300 mil perros y gatos en situación de calle, cifra distinta a la que emiten las autoridades locales.

La legislación en Jalisco para proteger a los animales de compañía es nueva y poco respetada. Los castigos por maltrato solo trascienden cuando los casos son expuestos a través de medios y redes sociales.

Uno de los casos más conocidos fue el de un hombre que prendió fuego a una perra y sus cachorros, luego de que ésta mordió a su hijo; además de otro caso similar, donde una perra agredió a una niña y a manera de venganza por parte de su papá, le lanzó un perro de pelea con el propósito de matar al animal. 

La Ley de Protección y Cuidado de los Animales del Estado de Jalisco contempla la creación de un Consejo para la Atención y Bienestar de los Animales, que a casi cuatro años de que se publicara aún no existe, como tampoco se cumple el artículo 5 capítulo II, que a la letra dice “Corresponde a la Secretaría de Educación Jalisco: El fomento y difusión de las actividades ecológicas y que propicien una cultura de respeto y protección de los animales; el artículo 6 que estipula que “Corresponde a la Secretaría de Salud del Estado, vigilar que el manejo de animales se realice en condiciones que no afecten su salud”, o la Fiscalía General del Estado (FGE) que además de no tener un área específica para atender los delitos en contra de los animales, tampoco cumple con la vigilancia y prevención de agresiones de este tipo.

La calle es cruel y los esfuerzos de las asociaciones defensoras de animales no alcanzan para reducir los índices de violencia y abandono. El dinero es a menudo el principal problema, seguido del espacio para el resguardo.