Guadalajara, Jalisco.
Hace 15 años, Jalisco contaba con el programa de trasplantes de hígado más exitoso en el país. Al año se lograban más de 300 procedimientos de este tipo en hospitales públicos; específicamente en el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde.
El equipo a cargo de tal proeza era encabezado por el trasplantólogo Luis Carlos Rodríguez Sancho. Sí: el mismo que durante 2008 fue descalificado y acusado de cobrar cifras millonarias para realizar esas cirugías.
Hoy, el Estado que un día fue líder en trasplantes se encuentra en tercer lugar nacional.
"> la familia del niño Iker, de seis años, se vio obligada a trasladarse a Nuevo León porque aquí no hay ni médicos ni equipo.
Hoy, la gran historia de éxito que presumía Jalisco en este indicador que salva vidas ha cambiado. Y para mal.
Y ese tercer lugar nacional es gracias al IMSS, porque la mayoría de los trasplantes de riñón se realizan ahí. En cuanto a los de hígado, Jalisco prácticamente está fuera de la lista.
Fotografía: cortesía
¿Y qué fue exactamente lo que pasó?
Década y media después, el trasplantólogo Rodríguez Sancho aceptó hablar con UDGTV Canal 44 y compartir las reflexiones que ha tenido en su carrera a lo largo de estos años.
"Mi historia, la mía, es un capítulo de una persona que intentó hacer las cosas bien, con la madurez técnica y científica, con la inmadurez administrativa para la que no fui entrenado. El programa podría estar vivo si hubiéramos cuidado los detalles administrativos y sería un programa más grande de lo que era. No se cuidaron. Se pagó la factura firmada, esa factura que a mí en lo personal sí me cuesta, (pero) a quien más le ha costado es a los pacientes, los que menos tenían que pagarla. Eso no es justo ni proporcional: que Luis Carlos pague un precio está bien, pero que los enfermos paguen un precio no tendría por qué ser".
Durante el tiempo en que Rodríguez Sancho lideró el programa realizó 350 trasplantes de hígado y más de 800 de riñón. Al año se llegaron a hacer 82 renales y 52 de hígado. Tan grande era el proyecto que, en 2002, este programa innovó con el primer trasplante de una persona viva a otra en todo el país.
Desde hace 15 años, nunca se ha vuelto a registrar tal cantidad de trasplantes. De hecho, los médicos clínicos ya no ven como una opción el trasplante, a pesar de que en muchos de los casos es la única forma de salvarle la vida a un paciente.
¿Por qué lo abandonaron?
La realidad es que no hay equipos formados en el sistema público; es decir, en el Hospital Civil, para hacer trasplantes de hígado. Y en el IMSS, el único médico que los hacía ya se jubiló. Eso cerró el programa desde que inició el año, lo que ha dejado sin esperanza a miles: Iker entre ellos.
Y la realidad es que no se necesita un solo médico. Éste requiere de un equipo especializado que lo asista a la hora y momento en que el órgano esté listo. Hoy, ese equipo no existe.
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"No depende nada más de una persona. Puedes tener al mejor trasplantólogo, pero el procedimiento empieza mucho tiempo antes. Cuando estudias a tu paciente, requieres de un gastro(enterólogo) muy bueno y comprometido, evaluaciones de cardio e infectología, nutrición… El paciente empieza tres, cuatro o seis meses antes para prepararse, luego falta: se destruyó la gente que pedía órganos que estaban expresamente para eso, había un grupo de personas que estaban 24/7 en las terapias intensivas viendo quién tenía muerte cerebral, teníamos el apoyo de neurología y neurocirugía, todos los que hacen los electros y luego había un personal especializado para realizar la petició
n, gente que hace cursos y que tiene especialidad en dar malas noticias. No es parte del trasplante, pero era personal especializado. Entonces, también eso se perdió y luego, ya en la ejecución, en el equipo, los anestesiólogos que participaban con nosotros honestamente ya no estaban dispuestos a ir fuera del horario de trabajo. Decían: ‘si hay un trasplante de 9 a 5, pues yo voy porque es mi trabajo, pero a las 5 no tengo ni razón, ni motivo’. Porque también hubo cierto dolor de que también sentían esto propio. El grupo de enfermería para cada trasplante entraban siete enfermeras: tres instrumentistas y cuatro circulantes, que estuvieron puestos y disponibles a la llamada. Esa gente lo hacía por una pasión: todos sentíamos que estábamos haciendo algo diferente y que le daba sentido a nuestra vida. Por supuesto que a las enfermeras se les trataba de compensar a través de las vías del hospital como horas extras, pero no lo hacían por eso. Cuando se intentó reconvenir a más gente hubo poca gente de calidad y de compromiso, y decir: es sábado, lunes, es 24, 25 (de diciembre). Llegamos a trasplantar el 31 de diciembre de 1999 para amanecer el año 2000 operando. Un trasplante no es un trasplantólogo, sino un grupo de gente comprometida".
El programa de trasplantes de hígado y riñón en el Hospital Civil de Guadalajara inició en 1998 y 10 años después terminó el de hígado. Luego, el Seguro Social hacía estas cirugías, pero por increíble que parezca, esta responsabilidad recaía en una sola persona… y esa persona hoy está jubilada. ¿Qué problemas trajo consigo esto? Pues que el programa se suspendió y los pacientes, como Iker, viajan de Estado en Estado para tratar de salvar su vida.
Esta realidad se pudo evitar, pues desde hace 15 años ya se hablaba de la necesidad de contar con más especialistas en estas cirugías. Sin embargo, se han registrado muchas trabas que influyeron en que el programa de trasplante hepático hoy sea una caricatura de los buenos momentos que atravesó nuestra Entidad.
Algunos médicos que se han ido al extranjero a prepararse para esta especialidad de plano ya no regresaron a México. Luego está el escándalo que protagonizó Rodríguez Sancho. Y, además, que nunca se hizo algo por conformar un programa emergente con, al menos, dos equipos de trasplante.
Y por si todo esto no fuera suficiente, la pandemia llegó y empeoró todo. Pero eso se lo cuento mañana en la siguiente entrega.