Guadalajara, Jalisco.
El papa Francisco dio este viernes 27 de marzo la bendición "Urbi et Orbi" -a la ciudad y al mundo- en soledad, que se imparte solo en navidad o en semana de Pascua, en medio de la Pandemia del Covid-19, que en Italia ha dejado ya más de 9 mil muertos, 25 mil a nivel mundial.
En medio de la lluvia, con muy pocas personas, casi la mayoria de seguridad, el papa envió ese mensaje desde una plaza de San Pedro casi desierta. Fue difundido por la televisora del Vaticano y las principales del mundo.
"Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos", comentó el pontífice.
Fue un momento emotivo. Solo el Papa debajo de una cubierta, por momentos temblando de frío, en una ceremonia única en la historia, escuchó la Santa Lectura donde Jesús duerme en la proa de la barca, en medio de una gran tempestad, y despierta para calmar a sus discípulos desconfiados.
En la homilía, el Papa Francisco hizo énfasis en que esta tempestad ha dejado en evidencia nuestra vulnerabilidad.
“La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridad con las que habíamos construído nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra como habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”, comentó.
La santa Sede junto con la basílica de San Pedro se encuentran cerradas y no podrán abrir hasta el 3 de abril próximo, previa autorización, como medida de precaución ante la propagación de la pandemia.
En 1942, Pío XII encabezó un evento similar con motivo de su Jubileo episcopal y del XXV aniversario de las apariciones de Fátima.
Con este evento, de acuerdo al anuncio de Francisco Bergolio, los católicos han tenido la oportunidad de obtener la indulgencia plenaria, tal y como estableció recientemente Francisco en el decreto de la Penitenciaría Apostólica.
En este documento, el papa otorga indulgencias a todos los enfermos con coronavirus, a sus familiares, a quienes les cuidan y a todo el que reza "para pedir el cese de esta pandemia, el alivio de los que sufren y la salvación eterna de los fallecidos".
Rezó ante la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, que habitualmente se guarda en la Basílica de Santa María la Mayor, y también ante el Cristo crucificado de la Iglesia de San Marcello, que fue llevado en procesión en 1522 por Roma para pedir el fin de la peste que asolaba la ciudad y desde entonces ha sido llevado en procesión a San Pedro cada año sagrado, alrededor de cada 50 años.
También tuvo palabras para quienes han reaccionado ante el miedo y arriesgan su vida por salvar las de otros:
"Es la vida del espíritu capaz de demostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientemente olvidadas, que no aparecen en portadas de diarios y revistas ni en las pasarelas del último show, pero que sin duda alguna están escribiendo los acontecimientos decisivos de nuestra historia: Médicos, enfermeros, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos que comprendieron que nadie se salva solo".
También tuvo un recuerdo especial para los "padres, madres, abuelos y abuelas, docentes" que enseñan a los niños, "con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración".
En cambio, se refirió a esos supuestos líderes que han avanzado a prisa durante años sintiéndose "fuertes y capaces de todo, codiciosos de ganancias", dormidos "ante guerras e injusticias planetarias", sin escuchar a los pobres y los enfermos, y pensando en que estaban "siempre sanos en un mundo gravemente enfermo".
Finalmente, invitó a toda la humanidad a reflexionar en medio de esta crisis sobre la importancia de la fraternidad y de la solidaridad, frente al individualismo y el egoísmo. Pero sobre todo a orar.