Jalisco llega al 8M con promesas sin cumplir en violencia de género contra mujeres
Fotografía: Fátima Aguilar




Guadalajara, Jalisco.

Este 8 de marzo, las mujeres en Jalisco poco tienen que celebrar en materia de equidad y políticas públicas.

Hace unos días, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez presentó una nueva estrategia emergente contra la violencia en razón de género, lo que para Sandra Quiñones, coordinadora del Comité de América Latina y el Caribe la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) no es más que un paliativo para evitar que la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim) genere un apercibimiento al Estado, pues en tres años, esta administración no ha cumplido uno sólo de los 42 indicadores establecidos en la Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres.

De acuerdo con la página de la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres (SISEMH), todos los indicadores aparecen con una línea base pendiente y ninguno de ellos como cumplimentado en su totalidad.

Esta falta de políticas públicas trasversales ha generado que Jalisco se encuentre en un foco rojo en cuanto a violencia contra la mujer se refiere.

Se encuentra en el tercer lugar nacional en feminicidios, quinto en abuso sexual infantil y primero en trata y turismo sexual.

El tema es tan grave, que cada 17 minutos, una mujer llama al 911 para solicitar auxilio. Esto significa 84 llamadas de emergencia diarias sólo por violencia contra la mujer en Jalisco, lo que posiciona al Estado en el segundo lugar en este delito.

Para la coordinadora de Cladem Jalisco, Sandra Quiñones, parte de esta problemática es el machismo que se ejerce desde el Poder Ejecutivo, algo que, asegura, tiene que cambiar.

Señala, además, que las colectivas y feministas del Estado son de las mejor organizadas en el país, razón por la que el Gobierno de Jalisco generó esta nueva estrategia emergente, no con intención de reducir la violencia, sino para que las mujeres en el estado “le bajen de tono”.

Redacción: Víctor Magaña e Isaack de Loza