Barrancabermeja, Colombia.
Cuando los pescadores Álvaro Fabra y Enrique Rivas eran jóvenes, sus padres y abuelos cazaban manatíes en el río Magdalena. Hoy son guardianes de esta especie y lanzan llamados de auxilio por WhatsApp para salvarla de la extinción en Colombia.
El espacio para que estos animales naden se está angostando por las sequías producto del cambio climático, la expansión de la frontera agrícola y la contaminación en el río más largo del país (1.540 km), que conecta el centro con el mar Caribe.
En una ciénaga de Barrancabermeja, en el departamento de Santander (noreste), Álvaro Fabra, de 53 años, navega en busca de manatíes.
Su rol es clave para monitorear el comportamiento de la especie y ayudar a organizaciones ambientales a hacer un cálculo del número de individuos.
Aunque pueden llegar a medir 3,5 metros y pesar hasta 600 kilos en la edad adulta, la turbiedad del agua le impide verlos. Por esa misma razón su seguimiento y cuidado se ha dificultado en Colombia, que no tiene cifras claras sobre su población.
El pescador recuerda que sus antepasados podían llegar a matar muchos manatíes en un día. "Cuando era muy pelado (joven) mis abuelos, mi papá, los mataban. Tres-cuatro mataban en el día", dice.
- Pero eran otros tiempos. Convertido en un defensor de la especie gracias a la tarea de concientización de organizaciones medioambientales, asegura ahora que "hay que quitar" esa "cultura".