El Conjunto Santander vibrará con las obras más intensas de Tchaikovsky
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Guadalajara, Jalisco.

La música de Piotr Ilich Tchaikovsky está hecha para conmover. No solo por su belleza melódica o su maestría estructural, sino por la carga emocional que transmite en cada nota.

Por eso, el próximo 8 de junio, cuando la Orquesta Solistas de América interprete un programa dedicado al compositor ruso en la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander de Artes Escénicas, no se tratará únicamente de un concierto, sino de una experiencia sensorial y espiritual.

Bajo la batuta del maestro Enrique Arturo Diemecke, uno de los directores mexicanos más reconocidos a nivel internacional, el público podrá adentrarse en tres de las obras más significativas del repertorio tchaikovskiano: la Sinfonía No. 6, también conocida como Patética, la suite de El lago de los cisnes y la poderosa Obertura solemne 1812.

La cita es a las 18:00 horas y los boletos van de 500 a 800 pesos.

Para Diemecke, el arte no solo se interpreta, se entrega. Y en esta gala, promete hacerlo con total convicción.

"Las artes son el alimento para el espíritu y la música es la que más lo da porque es muy expansiva, su efecto va creciendo cada vez más grande. Siempre procuro estar concentrado con la música para proyectarla, entregarla y animar a los músicos a que ellos entreguen también, que sientan que será el momento más importante de sus vidas".

El director explicó que cada pieza del programa fue elegida por su capacidad de conectar con distintas emociones humanas. Sobre la Sinfonía Patética, dijo que representa una vida entera:

"La primera obra, es la Sexta Sinfonía No. 6, mejor conocida como "patética" inicia lentamente como demostrando el crecimiento de la vida de una persona. Y después cómo va a pasar por momento de las diversiones, luego momentos del triunfo y luego del cómo la vela de la vida se va apagando y va a trascender".

  • En contraste, El lago de los cisnes nos lleva al terreno de la fantasía, del amor idealizado y la transformación.

Más allá del repertorio, Diemecke reflexiona sobre el papel de la música clásica en un mundo cada vez más inclinado hacia el entretenimiento inmediato.

"A los jóvenes los hemos dejado ir por caminos que son difíciles de hacer  que regresen. Ellos han entendido que la cultura tiene un tabú, que es aburrida. Lo que buscan es entretenimiento.

Su búsqueda de entretenimiento es a lo que hace ruido, entre más tenga esa parte de enajenación rítmica mejor, ya no hay melodía ya no hay una estructura. Nada más con esos ritmos les da la pauta de que están logrando tener algo extra, pero la mente no está recibiendo la cultura, están recibiendo solo un entretenimiento".


Héctor Navarro