Guadalajara, Jalisco.
Como parte de los Conversatorios sobre Derechos de Autor que presentó el Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (CeMPro) en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), se presentó el tema de los nuevos modelos de negocio editorial que han surgido a raíz del auge que han generado las revoluciones tecnológicas con la aparición de las plataformas digitales, que si bien, son una herramienta útil y eficaz, pueden volverse una vía de uso indiscriminado.
CeMPro es una sociedad de gestión Colectiva Mexicana que representa y fomenta los derechos de autor que protege el acceso y la administración de sus obras. En este evento, Quetzalli de la Concha, presidenta del consejo directivo, advirtió que los nuevos negocios editoriales son un tema de vital importancia que atañe al ámbito editorial ya que, desde el 2011, un año de cambios para la industria editorial, las ganancias en las editoriales anglosajonas mostraron un crecimiento en sus ingresos al dar inicio con la distribución de plataformas y la llegada de los libros digitales, el famoso ebook, mercado que no ha sido igual de fructífero para el mercado editorial de habla hispana.
Actualmente el incremento de consumo se ha visto en los audiolibros, debido a que el ritmo de vida contemporánea que llevan las personas ha permitido la adaptación y el crecimiento del mercado en este formato, que ha sido aprovechado en plataformas virtuales como Amazon.
Quetzalli de la Concha argumenta que hoy en día las editoriales se enfrentan a tres principales fronteras: las plataformas, que son las que ponen las dinámicas de venta, como ejemplo están Amazon, iTunes y Google; el idioma, ya que las fronteras geográficas han desaparecido con el desarrollo de los medios de comunicación; y finalmente la divisa, dadas las determinadas formas de administración de las plataformas.
También se tocó el tema de la piratería, ya que en los formatos digitales este fenómeno se ha adaptado de forma veloz y diversa. Sobre este tema, el escritor Leopoldo y el caricaturista Trino argumentaron que la mejor forma de proteger sus obras era a través de organizaciones como CeMPro, que protegen la distribución y los intereses de los autores.
Redacción: Galilea Santacruz