Bruno Tapia, el pintor olvidado de Lagos de Moreno
FOTO MANUEL COVARRUBIAS




Lagos de Moreno, Jalisco.

La memoria personal rara vez es una cuestión selectiva, la memoria de la Historia, con mayúscula y toda su parafernalia, lo es siempre.

Este pasado 24 de agosto fue retirada de exhibición, en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, la colección pictórica “Bruno Tapia: un pintor popular” que estuvo en exhibición en la sala Feliciano Peña y cuya curaduría estuvo a cargo de Ariadna Vargas.

Bruno Tapia, el pintor olvidado de Lagos de Moreno

FOTO LIZETH GALVÁN CORTÉS

La obra de Tapia muestra pinturas costumbristas en las que se observa el paisaje cotidiano del bajío: fiestas patronales, la vida rural, el trabajo en el campo, bailes populares y oficios como los barberos, pulquerías y los zapateros durante la primera mitad del siglo XX. Según uno de los asistentes a la exposición:

“El contenido, la obra en sí me parece con una narrativa muy tradicional, que conmueve, que te llega al corazón. Tiene que ver con nosotros, con nuestras raíces y con nuestra cotidianidad.”

Tapia, a pesar de recibir el mote de “pintor leonés”, nació un 8 de octubre de 1903 en Lagos de Moreno, ciudad donde dio sus primeros pasos en el arte, siendo hijo de Sabino Tapia y de Mariana Rodríguez.

El Lagos de Moreno donde nació Tapia, como señaló acertadamente el texto de sala de la exposición, era un sitio que:

“Históricamente ha estado compuesta por hombres y mujeres dedicados a las labores agrícolas, ganaderas y/o artesanales, en toda la meseta alteña imperan matices culturales muy singulares, tales como una fuerte cultura de esfuerzo y de trabajo, un decidido fervor católico y la familia como célula vital de la sociedad y de la economía”.

Bruno Tapia, el pintor olvidado de Lagos de Moreno

FOTO MANUEL COVARRUBIAS

Durante diecisiete años, el joven Tapia vivió junto a su familia en Lagos de Moreno, hasta que se mudó a León sitio en el que trabajó como obrero en una fábrica de calzado, oficio que representó en varios de sus cuadros.

Evidentemente, la identidad de la ciudad como productor zapatero tiene que ver con los esfuerzos por difundir el trabajo de Tapia.

Sin embargo, la obra de Tapia es más extensa, también representa tópicos religiosos del mundo católico: celebraciones populares de fiestas patronales, representaciones de milagros, del viacrucis, e incluso, es el autor de algunos exvotos dedicados a la virgen de San Juan de los Lagos.

Bruno Tapia, el pintor olvidado de Lagos de Moreno

FOTO MANUEL COVARRUBIAS

Algunos denominan su obra como “naif”, es decir, como una obra ingenua y espontanea respecto a sus representaciones de la realidad. De cierta forma es verdad, en Tapia no está la solemnidad de otros artistas, sus “monos”, como el mismo los llamaba, no buscan ni el realismo ni la crítica social del arte comprometido.

Sin embargo, su valor radica en la sinceridad, en la representación fidedigna y sin tapujos de una cotidianidad marcada por un entorno predominantemente rural y católico en la cual el detalle es su principal componente de verosimilitud. Así lo señaló un espectador durante la inauguración de la exposición:

“Me encantó la exposición. Ver la obra de Bruno Tapia es entrar en un mundo de detalle, ¿no? El día al día de la ciudad, el día a día de la gente, el día a día de lo que tienes a tu alrededor”.

La historia de Tapia es similar a la de otro contemporáneo suyo, este si reconocido como laguense: Manuel González Serrano.

Ambos desde temprana edad sintieron atracción por el arte, uno tuvo formación artística el otro no, uno proveniente de familia acomodada el otro de familia humilde, ambos se fueron de Lagos de Moreno a los 17 años, uno a León, Guanajuato, el otro a la Ciudad de México.

Bruno Tapia, el pintor olvidado de Lagos de Moreno

FOTO LIZETH GALVÁN CORTÉS

Sin embargo, uno es reconocido como pintor laguense, el otro no, esto a pesar de que la obra de Tapia recoge tópicos culturales que, en realidad, resultan ser más cercanos al paisaje y a la vida alteña.

La cuestión, por tanto, no está en el tiempo vivido en la ciudad si no en los esfuerzos por apropiarse y reconocer una obra de arte para convertirla en un elemento identitario.

  • Tapia fue un pintor popular en el sentido de que su obra nunca llegó a los críticos, a las galerías, por el contrario, su trabajo subsistió entre las clases marginales del bajío, siendo ellas mismas quienes supieron apreciar “los monos” de Tapia y quienes encontraron ahí un espacio para preservar la memoria de su cotidianidad, para retratar la vida de aquellos a los que se les niega, las más de las veces, un hueco en la Historia.

Manuel Covarrubias Álvarez