La Habana, Cuba.
Con una cepilladora de la era soviética, el cubano René Reyes alisa el panel de una antigua puerta de cedro que transformará en un humidor, una caja fina confeccionada a mano para conservar los famosos puros de la isla.
"La gente no cree que (...) esos humidores salgan de ahí", dice este carpintero de 55 años, señalando hacia un rincón del local.
Vigas, puertas y muebles en desuso se apilan: la materia prima para este negocio artesanal.
Mientras cepilla el panel de la puerta, de "más de 80 años", el aroma cálido y con notas dulces del viejo cedro invade este taller del centro de La Habana.
Este "olor a cedro es lo máximo. Esto es como si fuera oro, un oro viejo", añade Reyes, un empedernido fumador de puros, acercando a su nariz las manos repletas de aserrín.
Tania Duyos, una trabajadora independiente de 53 años, es el alma del negocio. Lleva 20 años fabricando estos cofres, donde los puros conservan sus cualidades idóneas a una humedad de entre 65 y 70% y a una temperatura entre 16 y 18 grados centígrados.
- Decenas de talleres similares realizan este trabajo en la isla. Según expertos, un cofre o mueble de este tipo puede conservar la calidad de un puro hasta 15 años, incluso mejorarla.
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