Duelo y búsqueda: el doble drama de una familia por los incendios en Chile
Ariel Orellana muestra un volante con la imagen de su hermana, Anastasia Orellana, quien desapareció tras los incendios forestales en la Población Pompeya Sur, Quilpue, Chile, el 6 de febrero de 2024. (Foto de Javier TORRES/AFP)




Quilpué, Chile.

Han sido jornadas largas para los Orellana. Elizabeth murió y Anastasia, su única hija, está desaparecida. Mientras tramita la entrega del cuerpo, la familia reparte fotos de la adolescente de 14 años cuyo rastro se perdió en los incendios forestales en Chile.

El proceso de reconocimiento ha sido más lento y tortuoso de lo esperado. Los incendios en la región de Valparaíso, en el centro de Chile, dejan 131 muertos.

El servicio forense ha identificado 35 cuerpos, muchos de los cuales quedaron completamente desfigurados por el fuego.

Los Orellana debieron esperar cuatro días para que les confirmaran lo que siempre supieron por uno de los hijos de Elizabeth: que los restos calcinados que estaban dentro de un auto eran los de esta ama de casa de 58 años.

  • Elizabeth murió el viernes frente a la vivienda que compartía con su actual pareja -también fallecido- y Anastasia.

Al día siguiente, Ariel Orellana, el tercero de sus cinco hijos, subió hasta el cerro de Quilpué donde vivía su madre.

Encontró dos cuerpos frente a la casa. "Uno estaba en el furgón (auto) y otro un poco más afuera. Los dos calcinados", dice a la AFP el kinesiólogo de 34 años.

La angustia continúa 

Según describe, Elizabeth era una mujer delgada, de pelo negro a quien solo pudo reconocer por la dentadura. "Faltaban algunas piezas dentales que eran características de mi madre".

"Es terrible ver un familiar en las condiciones que vi a mi madre", lamenta Ariel.

Elizabeth vivía en un barrio de clase obrera construido ilegalmente. El día de la emergencia muchos pobladores de los cerros de Quilpué, El Olivar o Villa Independencia quedaron atrapados en el fuego, intentando huir a pie o en sus autos por estrechísimas vías.

  • Las llamas bloquearon las pocas salidas.

Aunque ya concluyó el trámite con Elizabeth -la entrega de su cuerpo podría tardar todavía unos días-, Carlos Orellana tuvo que estar por unas horas más en las oficinas de los forenses.

Su hija Anastasia está desaparecida y le pidieron una prueba de ADN para cotejar con los datos de otras víctimas.

"No solo fuimos con mis hijos para identificar el cuerpo de su madre", sino "a lo mejor con mi ADN identificar el cuerpo de Anastasia", señala Orellana.

Una imagen esperanzadora 

Pero el padre y los demás hijos no pierden la esperanza, animados sobre todo por una foto. Desde el sábado, la búsqueda no cesa.

  • Una vecina les mostró una imagen, enviada aparentemente por Elizabeth en medio de la emergencia, donde se ve huyendo de espaldas a una mujer de pelo largo y negro, "muy parecida a Anastasia", se emociona su hermano.

"Me cuesta todavía armar el puzzle completo porque en ningún lado se encuentra el cuerpo de mi hermana", dice Ariel, quien junto a otros familiares ha repartido fotos de ella entre la gente que vive a varios kilómetros a la redonda de la casa en ruinas de su madre.

"Se ha ido puerta a puerta, (preguntando) auto por auto, he tratado de agotar todos los medios para poder encontrar a mi hermana", relata Ariel.

Bajo el sol sofocante y todavía con el olor a ceniza muy presente, su padre reparte más fotografías de una Anastasia sonriente.

"Tengo la esperanza de encontrarla viva porque encontramos dos cuerpos calcinados y no encontramos un tercero. Lo que nos alienta a pensar que ella todavía se encuentra bien", afirma Carlos Orellana.

La última vez que vio a su hija fue en Navidad. Ella le contó que quería ser militar. El padre clama para que Anastasia pueda "estar con nosotros" y que cumpla sus "sueños tan anhelados".