Los españoles sancionaron este domingo a la "vieja política", dando una muy ajustaba ventaja a los conservadores de Mariano Rajoy e impulsado con fuerza al partido antiausteridad Podemos, segundo en número de votos según los sondeos a pie de urna.
"Queremos que se acabe la corrupción y que nadie tenga mayoría absoluta para hacer lo que quiera", dice Carmen Varela, una entre los millones de españoles que este domingo confiaron en los dos nuevos partidos para cambiar el parlamento nacional.
Vive en La Coruña, en la región atlántica de Galicia (noroeste), la tierra del jefe del gobierno conservador saliente Mariano Rajoy. Pero su voto en estas elecciones legislativas no irá para él, ni tampoco para el otro gran partido tradicional español, los socialistas del PSOE.
"Han tenido años para dar pruebas de lo que sabían hacer y no han demostrado nada", asegura esta profesora de 57 años de un instituto público, uno de los sectores más afectados por los recortes presupuestarios aplicados por el gobierno de Rajoy.
Esta draconiana austeridad, sumada al galopante desempleo, la caída de los salarios y una retahíla de escándalos de corrupción, ayudaron a la irrupción de dos nuevos partidos, el antiausteridad Podemos y el centrista Ciudadanos, que quieren quebrar la alternancia de poder existente desde 1982 entre el Partido Popular de Rajoy y el PSOE.
"Creo que estamos en un momento histórico, nunca había visto unas elecciones como estas, son muy diferentes", dice en Ferrol José María Valera, de 76 años y jubilado del sector sanitario.
De confirmarse esos resultados, el Partido Popular (PP) de Rajoy, de 60 años, perdería de forma estrepitosa la comodísima mayoría absoluta de 186 diputados que obtuvo en 2011 y, en el mejor de los casos, podría verse abocado a un inestable gobierno de minoría.
Un sondeo de Demoscopia para la televisión pública española le da al PP un 26,8% de votos, que le otorgarían entre 114 y 118 diputados en una cámara de 350.
Le siguen en porcentaje de votos Podemos con 21,7% (76-80 escaños), el socialista PSOE con 20,5% (81-85) y la otra nueva formación que irrumpe con fuerza en el parlamento español acabando con más de 30 años de bipartidismo, el centrista Ciudadanos con 15,2% (47-50 diputados).
El PSOE ahonda así en su derrota de 2011, cuando, culpado por muchos españoles de la incipiente crisis económica obtuvo el hasta entonces peor resultado de su historia (110 diputados). Y pone en entredicho el liderazgo de la izquierda por su secretario general, Pedro Sánchez, de 43 años, frente al auge del líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Iglesias, un profesor universitario de 37 años que fundó su partido hace apenas dos años, vuelve a dar la sorpresa tras haber obtenido cinco eurodiputados en 2014 e impulsado la victoria en mayo de alcaldes "indignados" en ciudades como Madrid y Barcelona.
"A partir de esta noche, seguramente, la historia de nuestro país cambia", había afirmado Iglesias al votar por la tarde en su popular barrio madrileño de Vallecas.
"Estamos ante una nueva transición democrática, ante una nueva era", había asegurado por su parte el abogado Albert Rivera, de 36 años, líder de Ciudadanos.
Los duros años de crisis y dolorosas políticas de austeridad, la disparada del desempleo -que llegó a un máximo de 27% a principios de 2013 y sigue aún en el 21,18%- y los innumerables escándalos de corrupción desataron una crisis institucional que cristalizó en junio de 2014 con la abdicación del rey Juan Carlos I en su hijo Felipe VI y lleva a ahora a una nueva generación de políticos a las Cortes (Parlamento).
Ilusión por el cambio
Con las proyecciones de los sondeos, la formación de mayorías se anuncia más que difícil.
"Yo soy partidario de que en España gobierne la primera fuerza política, la que tenga más apoyos y más votos", no ha dejado de repetir Rajoy en las últimas semanas.
Durante todo el día, en muchos colegios electorales se había respirado vientos de cambio y numerosos votantes mostraban su ilusión ante el fin de un sistema reinante desde 1982, siete años después de la muerte del dictador Francisco Franco (1939-75).
"Llevamos muchísimos años de bipartidismo y hay que renovar la política, PP y PSOE se han acomodado y olvidado de nosotros. Hay que darles una oportunidad a los nuevos", decía a la AFP Francisco Pérez, un transportista autonómo de 53 años, que votó en Hospitalet de Llobregat, en el noreste del país.
"Me gustaría que hubiera un cambio, para que el nuevo gobierno mire un poco más la gente de la calle, el pueblo, ahora veo nuestros dirigentes más pendientes de las políticas impuestas por Bruselas y Alemania", afirmaba Juan José Rodríguez, de 43 años, en el popular barrio madrileño de Lavapiés.
Como muchos españoles, este gerente de un pequeño negocio de neumáticos discrepa del mensaje de recuperación económica -el gobierno prevé un crecimiento del 3,3% del PIB este año- con el que Rajoy buscó la reelección.
Sin embargo, no todos los españoles apostaban por un cambio incierto y un gobierno inestable.
"Llevamos cuatro años sufriendo como para que ahora se tire todo a la basura", afirmaba en uno de los barrios más aristocráticos de Madrid, María José Pyñeiro, 52 años, directora general de una revista de moda, como muchos votantes que siguieron confiando en el partido de Rajoy.