Guadalajara, Jalisco.

Alguna vez se ha preguntado ¿cómo es que recuerda lo que recuerda? Su primer cumpleaños, el día que conoció el mar, la última vez que vio a su abuela.

Todos tenemos recuerdos entrañables de nuestra de nuestra infancia y nuestra juventud, que poco a poco se nutren de documentos: fotografías, audios, historias orales, pequeños episodios que pasan de boca en boca para no olvidar.

Pero cuando de la historia de una ciudad se trata, es necesario hablar de memoria histórica.

Dice Elizabeth Jelin, una socióloga que ha podido documentar lo que pasó en la dictadura argentina en tiempos de Videla, que la memoria histórica es un gesto de la sociedad que muchas veces es interceptada o interrumpida por mecanismos estatales para empezar a diluir esos recuerdos.

Así como lo escucha: el papel que tiene el Estado siempre es activo: para salvaguardar o tratar de que olvidemos nuestro pasado.  

Con esto en mente le queremos hacer una pregunta: ¿Qué recuerda del 22 de abril de 1992? Si usted ya había nacido, seguramente recordará a alguien que fue víctima, que le tocó, que pasaba por ahí o que, simplemente, no podía creer que siete kilómetros de alcantarillas habían explotado un lunes de vacaciones.

Sabemos que, para esa persona, esa mañana será imborrable en sus recuerdos.

Pero qué pasa cuando se les pregunta a jóvenes que tienen menos de 32 años.

No los culpe. La memoria histórica es un bien de la sociedad que se construye o destruye con ciertos gestos.

Se construye con memoriales, hablando de esos episodios, conmemorando los hechos con honores, con misas y otros ritos. Pero la memoria se destruye cuando los documentos que cuentan esa historia no están a disposición de cualquier persona.

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Elizabeth Rivera es una de las pocas reporteras que ha tenido acceso a los archivos que se generaron y documentaron lo que sucedió el 22 de abril en el Sector Reforma. Para ella, el estado en que se encuentran los archivos habla mucho de lo que hacemos con nuestra memoria histórica.

“Mi sorpresa fue que prácticamente son muy pocas las entidades públicas que tienen los archivos, incluso existentes. No hablemos en qué condiciones están. Me doy cuenta que sólo tres instancias de gobierno, considerando los ámbitos federales, estatal y municipales, las que conservan archivos sobre el caso 22 de abril.

O al menos que reconocen públicamente a través de estas solicitudes de información. Estas instancias que conservan estos documentos son el Poder legislativo de Jalisco, el Ayuntamiento de Guadalajara y el Archivo General de la Nación”.

Tan sólo con la revisión de estos archivos, Elizabeth pudo encontrar más de 20 muertos extras a los que se dijo en las versiones oficiales de aquellos días. 20 personas que tuvieron familia, amigos y vecinos. Que los dejaron de ver pero que no estaban en las maquilladas cifras del gobierno.

“Otro punto que me llamó la atención fue la relación de las víctimas que no se habían contabilizados en el caso de las víctimas mortales.

En este caso eran 20 víctimas, si mal no recuerdo. Publicamos varios trabajos periodísticos, creo que las cifras decían que eran 201 personas que al final quedaban en 224, donde ya contábamos estos nuevos hallazgos”.

Uno pensaría que el 22 de abril no se olvida. Pero no es verdad: la Secretaría de Educación Jalisco no enseña nada en sus aulas. Los libros de texto no tocan el tema. Cuando les preguntamos sobre el tema, nos respondieron esto: “kjhasoiuknqsoiuasnasd” según la respuesta de la solicitud de transparencia.

Piénselo un poco: si no lo documentos, las personas que fueron víctimas directas serán cada vez menos.

Para no olvidar, esta semana desde los medios públicos queremos hacer un ejercicio de memoria. Le hemos pedido a nuestros compañeros más jóvenes, reporteros noveles que comienzan su carrera, que recojan algunos de los testimonios de las víctimas de esos días.

Desde sus genuinas preguntas y curiosidades, estos reporteros y reporteras nos contarán qué piensan sobre lo que escuchan y descubren. En locaciones del Mercado de Analco, o un foro de televisión, hemos citado a dos generaciones para que se reconozcan y se cuenten lo que no les contaron en las escuelas.

Quizá, después de esta semana, podamos ayudar a que esta historia no sea una apuesta por el olvido.

Investigación especial de Omar García y Celia Niño