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Múnich, Alemania

La Fiesta de la Cerveza arrancó hoy en Múnich en medio de estrictas medidas de seguridad tras los atentados que sacudieron Alemania en julio pasado.

La edición número 183 de la que se ufana de ser la mayor fiesta popular del mundo comenzó con el rito de la apertura del barril a cargo del alcalde de la ciudad.

"O'zapft is!" ("¡ya está abierto!"), gritó el socialdemócrata Dieter Reiter tras perforar el barril con dos golpes de martillo puntualmente a las 12:00 del mediodía.

El primer jarro fue convidado al primer ministro de este estado federado del sur de Alemania, el socialcristiano Horst Seehofer, con quien Reiter brindó por "una fiesta pacífica".

Decenas de miles de personas formaron largas colas desde la mañana para poder ingresar al predio pese a la lluvia con la que se despidió el verano en Alemania.

Sobre los festejos de este año sobrevuela la sombra del tiroteo de un joven desquiciado que causó la muerte de nueve personas y tuvo a Múnich en vilo durante todo un día y dos atentados perpetrados por refugiados en localidades de la región.

Las autoridades dispusieron un amplio operativo de seguridad con el doble de efectivos policiales respecto a años anteriores. Por primera vez, el predio donde están ubicadas las carpas del Oktoberfest está completamente vallado y los visitantes no podrán ingresar con mochilas o bolsos de gran tamaño. Además deberán someterse a estrictos controles en los puntos de ingreso.

Hasta el 3 de octubre se espera que cerca de seis millones de personas acudan a degustar las tradicionales jarras de un litro de cerveza.