Tras huir a Israel, los judíos ucranianos se refugian en Hungría
El rabino del campo de Machne Jabad, Mendel Moscowitz, reza en el campo de refugiados de Balatonszöd operado por la Asociación de Comunidades Judías Húngaras (EMIH), un grupo afiliado al movimiento ortodoxo jasídico Chabad-Lubavitch, el 28 de noviembre de 2023. (Foto de ATTILA KISBENEDEK / AFP)




Balatonoszöd, Hungría.

El rabino Mendel Moscowitz, oriundo de la ciudad de Járkov, en el noreste de Ucrania, nunca imaginó que su familia se vería obligada a huir de una segunda guerra, después de trasladarse desde su país a Israel.

Tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, los cinco miembros de la familia se instalaron cerca de sus parientes en el sur de Israel para empezar una nueva vida.

Su paz se vio interrumpida el 7 de octubre, cuando combatientes de Hamás lanzaron un sangriento ataque, matando a 1.200 personas y secuestrando a 240 rehenes en Israel, según las autoridades.

  • La ofensiva israelí en represalia ha dejado más de 18.400 muertos en la Franja de Gaza, según el ministerio de Salud del movimiento islamista palestino.

Moscowitz y su familia decidieron abandonar el país y acudir a un campo de refugiados judíos que ya les había acogido antes en Hungría.

"No queríamos que fuera traumático para los niños, después de lo que vivieron en Ucrania", explicó el religioso de 33 años a la AFP.

En las semanas siguientes al ataque de Hamás, unos 4.000 ucranianos abandonaron Israel, según cifras de la embajada.

Lugar seguro 

Situado en Balatonoszöd, a 130 kilómetros al suroeste de Budapest, el complejo Machne Chabad solía ser un lugar de vacaciones para funcionarios del gobierno.

A principios de 2022 se rehabilitó para acoger a judíos ucranianos, sirviendo de refugio seguro a una comunidad antaño numerosa que ha sobrevivido a pogromos, el Holocausto y las purgas de la era comunista.

El campo, financiado por la pequeña Asociación de Comunidades Judías Húngaras (EMIH), la Federación de Comunidades Judías de Ucrania y el gobierno del primer ministro húngaro Viktor Orban, acoge actualmente a 200 personas, la mitad que huyeron de Ucrania e Israel.

"Cada vez que empieza una guerra, todo se tambalea --tu trabajo, tu casa, tu familia-- y es muy difícil encontrar estabilidad", afirmó Moscowitz, que ejerce de rabino en el lugar.

Aquí, los residentes tienen acceso a guarderías, clases, excursiones y apoyo psicológico. Y tres veces al día, el chef Almos Ihasz y su equipo de cocina 100% ucraniano preparan las comidas siguiendo las estrictas normas kosher.

"Este lugar es único porque da a la gente una sensación de seguridad y un descanso ante la tensión", dijo Hana Shatagin, abogada ucraniana de 29 años que tras seis semanas en Machne Chabad con su marido y su bebé, decidió volver a Jerusalén.

  • Sin embargo, algunos residentes se preguntan cuándo podrán abandonar esta comunidad. Zeev Vinogradov, de 73 años y oriundo de Dnipró es uno de ellos.

En marzo de 2022, él y su esposa huyeron de Ucrania hacia la ciudad israelí de Metula, cerca de la frontera norte con Líbano. Sin embargo, su asentamiento fue evacuado poco después del 7 de octubre alegando que había riesgo de ataque por parte del Hezbolá libanés.

Ahora, Vinogradov pasa sus días rezando y enseñando religión a jóvenes ucranianos por teléfono, pensando en regresar a su país cuando termine la guerra y encontrar lo que dejó atrás: "un apartamento, un coche, amigos, una comunidad".

Problemas financieros 

Sin embargo, el futuro del campo de refugiados es incierto, ya que "la comunidad religiosa ucraniana no pudo aportar contribuciones significativas", declaró a la AFP el director de la EMIH, el rabino Slomo Koves.

Además, "la atención de los donantes se desvió ligeramente de la situación en Ucrania", añadió, aludiendo a la guerra que asola Gaza.

La EMIH, afiliada al movimiento jasídico Jabad-Lubavitch, mantiene estrechas relaciones con el húngaro Orban, conocido por su postura antiinmigración y acusado en repetidas ocasiones de acercarse al antisemitismo.

Orban sostiene que en Hungría hay tolerancia cero con el antisemitismo y afirma que es "una isla de paz" para los judíos.

  • Su gobierno permitió a la EMIH utilizar gratuitamente el envejecido complejo de propiedad estatal, y actualmente paga cerca de un tercio de sus gastos de funcionamiento.

Por ahora, el campo seguirá sirviendo de lugar donde la gente pueda "sentir que tiene una familia y una comunidad", aseguró Moscowitz.