Guadalajara, Jalisco.
Cuentan que fue un monarca, quien al querer presenciar el nacimiento de su heredero, se negó a recostarse sobre el piso donde la madre estaba pariendo. La obligó a sentarse sobre el trono de su reino con las piernas abiertas boca arriba, a fin de que él estuviera cómodo. De ahí, comenzaron a retirar el séquito de mujeres que alrededor de las reinas auxiliaban de muchas formas el momento de parir. Desplazado el poder femenino, llegó la medicación de los partos y solo los hombres de bata blanca estaban autorizados a decidir cómo, cuándo y dónde nacía un bebé. Al arrebatarle a la mujer el control y el derecho a decidir su parto, los mitos tomaron poder y se fue negando la naturalidad del nacimiento.
La doulas no dejaron de existir. Durante agosto en Jalisco, muchas de ellas decidieron a salir de la clandestinidad. Recabaron los testimonios de todas las mujeres que han atendido y sus familias en un parto humanizado, promoverán ante instancias educativas y de salud su reconocimiento y plena autorización para acompañar nacimientos. Margarita Aguilar lo explica:
“Estamos buscando la certificación para que toda mamá que quiera tener una acompañamiento lo pueda tener, buscamos la certificación para poder entrar a todos los hospitales públicos y privados y seamos consideradas como pare del personal del hospital; empezamos hace 5 años en la Maternidad López Mateos pero fue más como un voluntariado”.
La violencia obstétrica que ha imperado en los partos por lo menos en los recientes 40 años, coloca a México como uno de los primeros países de muertes provocadas al momento de parir, caso contrario a Suiza donde no conciben el nacimiento de otra forma más que como mamíferos: sin inducción ni intervención quirúrgica. En la clínica de maternidad López Mateos dependiente de la Secretaría de Salud, es común ver a embarazadas viviendo sus contracciones en el pasillo de la calle acompañadas de una doula, pues enfermeras y practicantes siguen la regla de atender solo las instrucciones del ginecólogo para programar cesáreas. Historias de terror que violan los derechos de las madres y los bebés al nacer se juntan por millones. Blanca Gutiérrez, con diez años como doula y madre de tres hijos, describe la diferencia entre la atención de un parto de rutina inducido por un médico y el parto respetado.
“Nosotros confiamos mucho en la naturaleza, es algo que distingue mucho el parto mecanizado a un parto humanizado, es el tiempo: mientras mamá y bebé estén bien nosotros damos el tiempo que se requiera, solamente necesitamos ser pacientes. El cuerpo de la mamá sabe parir, el bebé sabe nacer y en esa confianza vamos trabajando; cuando se requiere algo médico está el médico que hace un trabajo y es bienvenido siempre y cuando no sea de rutina”.
José Luis Hernández es gineco obstetra y forma parte de una camada de médicos que rompieron con la lógica intervencionista. No atiende partos sin ir en equipo con una doula, ha sido criticado y recibe rechazo de sus colegas.
“Desgraciadamente tenemos una formación muy mecanizada, muy rutinaria donde hay muchas intervenciones y que realmente no son necesarias. Una doula si como médicos la viéramos como lo que realmente es, es una maravilla porque una doula llega al aspecto emocional, emotivo, al aspecto de confianza; comentarios como ´ustedes son los que las dejan sufrir´, sufrir ¿qué es parir? ¿No sufrir es hacerle una cirugía mayor? Necesitamos cambiar mentalidades pero realmente desafortunadamente es una mayoría el personal médico que desacredita éste trabajo.”
“Devolverle a la mujer el poder a través de reconectarse con sus instintos” es como define Monica Mendoza una de las más experimentadas doulas en Guadalajara, el parto humanizado y en el tratamiento de placenta postparto para recuperar nutrientes y estabilizar las emociones del bebé. Renunciar a la medicalización de un embarazo y la falasia de que el nacimiento sucede entre aparatos, luces, monitores y mucha gente. Ella también recabó testimonios para la validez de sus conocimientos ante instancias gubernamentales y para evidenciar que son cientos de familias las que están optando por frenar la visión de negocio detrás de un bebé.
“Y por supuesto que duele más estar acostada sobre la espalda que estar en movimiento y por supuesto que duele más estar en un ambiente hostil con desconocidos que estar en un lugar conocido con gente amorosa, son historias distintas. La doula viene a reconectar la cadena, a ser esa mujer amorosa, empática, que a través de la mirada y el tacto se puede conectar con una mujer que está en un momento vulnerable.”
Las doulas organizadas inician el camino por la certificación y visibilice su aporte a una mejor sociedad, pues como explica Blanca la decisión de cómo parir marca destino.
“Las mujeres, los papás y las familias que lo han vivido puedan externar cómo se sintieron y cuál fue su proceso y la secuela en la parte psicológica, porque sabemos que una mujer violentada o que sufre en el trabajo de parto, es un momento muy susceptible y es una parte que se queda grabada. Realmente hay un cambio en esa experiencia, esa familia, esa mujer y una sociedad, sabemos que la forma de nacer puede cambiar el mundo: un bebé que es recibido con amor, respecto en un ambiente cálido en su vida adulta es beneficiario y puede compartir eso”.