Guadalajara, Jalisco.
El día seis, (29 de noviembre) de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara fue particularmente distinto a los demás, no sólo por las mañanas nubladas y las bajas temperaturas que estaban comenzando a sentirse en la ciudad sino porque era el día programado para que decenas de escuelas de diferentes partes de la ciudad, de todos los niveles: preescolar, primaria, secundaria y bachillerato acudieran a visitar la FIL.
Era apenas mediodía. Cientos de estudiantes caminaban en grupo llenando todos los pasillos de forma que era complicado abrirse paso. Un olor parecido a cuando se deja un sándwich guardado en la mochila durante varias horas invadía la atmósfera del lugar y ocasionalmente se escuchaban las voces de jóvenes gritando con entusiasmo sin razón aparente.
Después de esquivar grupos de estudiantes, algunos organizados en filas, otros sentados en el piso abriendo sus almuerzos, mochilas esparcidas por el suelo y uno que otro empujón pude llegar a mi destino: El Pabellón de Portugal.
El evento que se llevó a cabo en el Pabellón de Portugal, país invitado de honor este año, se titulaba “Saramago para jóvenes". Sin duda alguna José Saramago es uno de los escritores más importantes en la literatura contemporánea. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1998, siendo el primer escritor portugués en conseguirlo. Pero Saramago es mucho más que eso.
“Hay mucho más siempre, desde que nacemos hasta que morimos”, dijo Inés Fonseca Santos mientras conversaba sin un guion con José Luis Peixoto. Para la escritora, fue muy difícil escribir sobre Saramago pero más difícil no hacerlo. “Es una figura muy cercana a los portugueses porque ha tenido impacto en nuestras vidas políticas y cívicas” afirmó mientras presentaba su obra más reciente: “El hombre río”, un libro ilustrado que pretende acercar a los más jóvenes a la literatura de Saramago y que en palabras de la autora es mucho más que una biografía convencional.
Por su parte, José Luis Peixoto habló sobre la importancia de la convicción con que uno escribe, un sentimiento que en palabras del autor es más grande que nosotros mismos: “Mis abuelos así como los de Saramago no sabían leer ni escribir, cuando uno se ve inmerso en una situación como esa, eso es fuerte y además, existe ese aspecto que es escribir lo que uno tiene de precioso para decir a los otros. Supongo que eso está muy presente en mis libros, lo veo como una herencia ancestral: Ese conocimiento de otros que llegaron antes que nosotros. Yo me llamo como José y eso para mi tiene una importancia extrema porque significa que mis libros son la voz de esas personas.”
Redacción: Andrea Gómez