El desasosiego se apodera de Francia, país que acoge la Eurocopa de fútbol y que aparece como una democracia desbordada por la violencia entre batallas callejeras de 'hooligans', agresivas manifestaciones y hasta un hospital infantil atacado por vándalos en París.
Las manifestaciones que se suceden desde marzo contra una reforma laboral del gobierno socialista suelen degenerar, pero pocas veces como el martes en la capital, donde los enfrentamientos dejaron unos 40 heridos.
A golpes de martillo, mazos y adoquines arrancados, fueron destruidas vitrinas, restaurantes, paradas de autobús. Cualquier objeto que pudiera servir de proyectil fue lanzado contra las fuerzas de seguridad por centenares de personas enmascaradas, al grito de "¡Todo el mundo detesta a la policía!".
Al paso de las hordas, unos quince ventanales del hospital Necker para niños enfermos fueron quebrados y sus muros pintados con grafitis. Este ataque causó una enorme conmoción en la opinión pública.
"Es absolutamente lamentable", comenta Natalie Dana, productora de 48 años, interrogada el miércoles sobre los disturbios de la víspera. "Es evidente que los violentos están ahí para generar violencia, no para manifestar", en unas manifestaciones que la mujer considera "legítimas y justificadas".
Acusado por el gobierno de mantener una posición ambigua con los disturbios, el sindicato CGT, el más importante del país, denunció el miércoles por la noche estos "actos ciegos", cometidos por "algunos individuos fuera de las manifestaciones".
Difundida en las redes sociales, el escritor Eric-Emmanuel Schmitt dirige una carta al presidente François Hollande, imaginándose que es un niño de 10 años hospitalizado por un cáncer quien escribe.
"Algunos cretinos escribieron incluso, en los ventanales, dirigiéndose a nosotros, los niños: 'No trabajen nunca'. Es algo estúpido, porque cuando estás enfermo lo que quieres es curarte para recuperar una vida normal, el colegio, los amigos, todo", imaginó el escritor en la misiva.
El primer ministro Manuel Valls fustigó el miércoles a los autores de los desmanes, "más numerosos que de costumbre, 700 a 800", "que sin duda querían matar" policías.
Esta manifestación nacional, la novena desde marzo, tuvo lugar un día después del asesinato de un policía y su compañera, en la región parisina, por un yihadista que afirmaba actuar en nombre del grupo Estado Islámico (EI).
Valls pidió al sindicato CGT que dejara de organizar grandes manifestaciones en París. Hollande amenazó por su lado con prohibir estas manifestaciones si la seguridad de las personas y de los bienes no estaba garantizada.
"La idea de una democracia abierta, tolerante, está hoy en peligro", advirtió el ex eurodiputado Daniel Cohn-Bendit, puntal de la revuelta estudiantil de mayo de 1968 en Francia.
- 'Fin de semana en Marsella' -
La oposición de derecha había exhortado al ejecutivo -sumido en un abismo de impopularidad- a ser más firme.
Pero para la CGT, actor central en las últimas semanas en las huelgas de los transportes o en el sector de la energía, "amenazar con prohibir las manifestaciones" es propio de "un gobierno que está en las últimas".
Y la intersindical de opositores a la reforma laboral confirmó el miércoles nuevas movilizaciones el 23 y el 28 de junio, y pidió al gobierno que garantice "las buenas condiciones de ejercicio del derecho a manifestar".
Este fin de semana pasado, el país ya había descubierto, estupefacto, las imágenes de batallas campales entre hinchas violentos ingleses y rusos en Marsella (sur), antes y después de un partido de sus selecciones en la Eurocopa.
Estos violentos enfrentamientos causaron 35 heridos, tres de ellos graves, pese a la movilización de 1.200 policías.
Con no poco humor, un fotógrafo de la AFP relató en el blog de la agencia su "fin de semana en Marsella", en el que supuestamente iba a inmortalizar el "alegre folklore" de los hinchas ingleses, con sus exuberantes atuendos. Pero las cosas no transcurrieron ni mucho menos como el fotógrafo esperaba.
"Hay rumores sobre la presencia de grupos neonazis rusos, impacientes de pegarse con los ingleses, de bandas de maleantes marselleses que sueñan con un 'remake' de las violencias del Mundial de 1998, de 'hooligans' ingleses decididos a portarse como... pues eso, como 'hooligans' ingleses, e incluso de posibles ataques terroristas del grupo Estado Islámico contra la zona de aficionados donde debo trabajar. ¡Maravilloso...!", relata este periodista, Leon Neal.
Y sus fotos muestran violentas detenciones, rostros ensangrentados...
"En Francia hemos perdido la alegría de vivir", resumía el miércoles el diario británico The Guardian. Y agregaba: "Francia, un país acostumbrado a la risa y a la ligereza, se enfrenta a un nuevo sentimiento: la fatiga".