La complicada seguridad de los trabajadores humanitarios en zonas de conflicto
Las fuerzas israelíes bombardean la Franja de Gaza desde la zona fronteriza en el sur de Israel el 12 de diciembre de 2023 en medio de batallas en curso con el movimiento palestino Hamas. (Foto de JACK GUEZ / AFP)




París, Francia.

De Siria a Gaza, en Ucrania o en el Sahel, la prioridad de las oenegés sigue siendo la ayuda humanitaria, pero garantizar la seguridad de sus trabajadores preocupa cada vez más ante los peligros a los que se enfrentan en estas zonas de conflicto.

  • Desde principios de octubre, la guerra entre Israel y Hamás es mortífera para el personal humanitario.

En Gaza, tres integrantes de Médicos Sin Fronteras (MSF) murieron en un ataque contra el hospital al Awda, otro de Médicos del Mundo (MDM) murió junto a su familia en el bombardeo de su edificio y auxiliares de la Media Luna Roja perdieron la vida en sus ambulancias.

Más de un centenar de empleados de Naciones Unidas también han muerto. "La mayor cifra de trabajadores humanitarios de la ONU muertos en un conflicto en tan poco tiempo", según su secretario general, António Guterres.

Los riesgos "superan la comprensión", denunció en agosto un informe de MDM, Acción Contra el Hambre y Handicap International.

En 2022, 444 trabajadores humanitarios fueron muertos, heridos o secuestrados en el mundo, según la base de datos británica Aid Worker Security (AWSD).

Para Lea Gauthier, responsable de promover las acciones humanitarias en MDM, la guerra en Siria, que ha dejado al menos 500.000 muertos desde 2011, cruzó la "línea roja", pisoteando el derecho internacional humanitario instaurado en 1949 para proteger a los civiles.

"Del lado del enemigo" 

"Durante la Primera Guerra Mundial 80% de los muertos eran soldados, y el resto la población. Hoy, esta cifra se invirtió completamente. Hablamos más bien de 80% de civiles y 20% de soldados", indica Raphael Pitti, formador en medicina de guerra de la ONG Mehad (antigua UOSSM).

Los empleados humanitarios, mezclados entre la población, sufren los ataques sin ser blanco directo.

"Hoy en día, cuando uno ayuda en zonas conquistadas por rebeldes o un régimen, pueden considerar que está del lado del enemigo", lamenta Pitti.

Los hospitales también se convirtieron en objetivos. En Siria, "el personal médico es detenido, torturado y matado", llegando a cerca de 1.000 muertos. Y en el este de Ucrania, "1.600 estructuras de salud han sido destruidas".

"En ciertos lugares, como Gaza o Etiopía, la hambruna se utiliza como arma de guerra, y no está bien visto que las ONGs intenten ayudar a personas que pasan hambre", añade Deepmala Mahla, directora humanitaria global de CARE International.

  • Escoger bien a sus equipos es otra de las claves, afirma Michael Neuman, director de estudios del Centro de reflexión sobre la acción y el conocimiento humanitario (Crash) de MSF.

En el Sahel, donde los trabajadores humanitarios son agredidos por su dinero, sus medicamentos o secuestrados para obtener un rescate, la oenegé contrata a su personal localmente porque es "difícil operar cuando eres francés o blanco" en esta zona de África, confiesa.

"Más útiles vivos"

Uno de los motivos de la creciente inseguridad es una mayor exposición sobre el terreno, por el "enorme" acercamiento de la ayuda humanitaria a la violencia.

"Antes, MSF trabajaba más en los campos de refugiados, en la periferia", explica Neuman, pero "no somos mártires".

  • Para proteger a los trabajadores humanitarios, estos tienen que ser "más útiles vivos que muertos" para los grupos armados, aceptando por ejemplo curar a sus miembros.

Neuman también subraya la importancia de analizar profundamente las zonas de conflicto y "tener consciencia de los peligros" a los que pueden exponerse.

"Las guerras tienen reglas. Desgraciadamente, la de proteger a la población y las infraestructuras civiles ya no se respeta", resume Deepmala Mahla.