Guadalajara, Jalisco.
La escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara fue reconocida con el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2024 por su novela "Las niñas del naranjel".
Este relato histórico explora la vida de Catalina de Erauso, la célebre monja alférez, para profundizar en las dinámicas de poder y violencia durante la conquista del Nuevo Mundo.
La autora reflexionó con UDGTVCanal 44 sobre su trayectoria y el contexto actual de su país.
Cabezón Cámara evocó con emoción sus inicios en el mundo literario:
“Siempre quise leer, desde niña”. Su amiga de la infancia, Karina, destacó esa pasión temprana: “Cualquier lugar era oportuno para que leyera. En primaria tuvimos una gran maestra que nos mostró caminos de la literatura, y cuando éramos muy pequeñas competíamos.
Nos sentíamos muy orgullosas una de la otra cuando leíamos nuestras redacciones ante los demás”.
La lectura y la escritura han sido, para la autora, un espacio de libertad y felicidad. “Era un lugar donde tienes grandísimas aventuras sin necesidad de moverte”, comentó. Esta pasión la ha acompañado durante toda su vida, llevándola a construir una obra narrativa sólida y reconocida.
Sobre la sorpresa del galardón, compartió la emoción del momento: “Me llamó Laura Niembro (directora de contenidos de la FIL) y fue una sorpresa total, una alegría enorme.
Estaba en altavoz con los jurados y todos me decían cosas lindas. "Me sentí encantada de la vida. Que a los colegas les parezca que es un libro distinguible es muy hermoso”.
La autora también abordó temas relevantes sobre la situación actual en Argentina, especialmente la presión sobre la cultura: “Es un momento muy duro. La cultura está siendo asediada, pero creo que la literatura es el espacio de la libertad.
No puede haber literatura si no es libre”. Expresó, además, un deseo profundo de cambio para la región: “Espero que Latinoamérica deje de ser una ‘zona de sacrificio’ y se reconozcan los derechos de los pueblos originarios”.
En cuanto a su proceso creativo, Cabezón Cámara confesó que cada obra representa un desafío único: “No soy una persona que tenga facilidad para organizar rutinas. Escribir es una exploración, una construcción. Busco una música y cuando aparece esa musiquita que es propia de cada libro, fluye”.
Las niñas del naranjel destaca, según la autora, por su enfoque lírico: “Lo lírico para mí es primordial. La perspectiva está en el trabajo con la lengua… Me gustó imaginar a Antonio, ese personaje histórico, transformado por la belleza de la selva, rodeado de animales, flores y niños”.
Finalmente, reflexionó sobre el cierre de sus obras: “Hay un momento en el que ya está, lo corregí mil veces, di todo lo que podía dar. Siempre puede estar mejor, pero uno sigue viviendo y escribiendo otro libro para intentarlo otra vez”.
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