'La mitad del mundo. La mujer en el México indígena' es un gran proyecto expositivo que explora el papel fundamental de la mujer indígena a través de las civilizaciones y culturas del antiguo México, repartido en cuatro sedes de Madrid: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Casa México y el Instituto Cervantes, cada una con un foco temático diferente.
Es la primera vez en la historia que estas piezas -unas 450 en total- salen de México y es también la primera ocasión en que cuatro instituciones de primer nivel en España acogen conjuntamente una exposición internacional de tal magnitud.
- El objetivo de esta ambiciosa muestra a cuatro bandas es ofrecer una oportunidad para profundizar el contexto social de las mujeres indígenas desde época prehispánica, en el hogar, en la comunidad, en la esfera económica, ritual y funeraria, pero también en las posiciones de poder que ejercieron, resaltando su relevancia como madres, cuidadoras, proveedoras, sanadoras, tejedoras, chamanas, guardianas de saberes, guerreras y gobernantes.
Museo Arqueológico Nacional explora vida cotidiana y poder femenino
El Museo Arqueológico Nacional, núcleo principal de la muestra, explora el ámbito humano y la vida cotidiana, profundizando en el papel de las mujeres desde la época prehispánica en su vida cotidiana – familia, comunidad, economía, rituales –, así como su presencia también en posiciones de poder.
Entre sus 250 piezas destacan figuras como la Guerrera Águila de la cultura popoloca, en Puebla, reconocidos por su antigua relación con el maíz; o la Señora con Yelmo de Jaguar, de la cultura Zapoteca en Oaxaca.

Fotografía: EFE
Uno de los rituales más interesantes del mundo prehispánico es el conocido «juego de pelota». La participación femenina en este juego ritual se plasma en esculturas como la «jugadora de pelota», única en la plástica prehispánica, que representa a una mujer con un yugo alrededor de la cintura, es decir, ataviada como jugadora de pelota.
Sostiene la cabeza-trofeo de un sacrificado.
Casa México e Instituto Cervantes abordan espiritualidad y textil
La Fundación Casa de México aborda la espiritualidad y las prácticas rituales en las distintas culturas originarias. Este ámbito divino se centra en el principio femenino de la visión del universo.
Destacan piezas como la escultura de la deidad Tlazoltéotl-Ixcuina, originaria de la Costa del Golfo de México; la diosa Coatlicue de Coxcatlán, que representa a la deidad conocida por su falda de serpientes y que conserva restos de mosaicos de turquesa y concha en su rostro; la Venus de Tamtoc de la región Huasteca; o la imagen de Cihuacóatl, encontrada en el santuario de Tonantzin, en el cerro de Tepeyac, donde hoy se encuentra la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México.
El Instituto Cervantes con "Historias tejidas" se centra en la producción textil. En época prehispánica, la educación de las niñas era rigurosa y moralizante. Desde pequeñas, sus madres y abuelas las instruían en el hogar para formarlas como mujeres obedientes, devotas y sobre todo dedicadas al trabajo. Aprendían a hilar, tejer, moler el maíz y mantener el orden doméstico, a cumplir con los ritos cotidianos y a participar en las ceremonias familiares y a elaborar cerámica, cestería y tejidos.

Fotografía: EFE
Cuenta un relato mexica que, tras ordenar el cosmos y crear a la humanidad, las deidades encomendaron a Cipactonal, la primera mujer, hilar y tejer el algodón, tarea que debían continuar las mujeres de su linaje. Desde entonces, el textil ha sido una labor femenina transmitida de madres a hijas, que ha permitido preservar técnicas ancestrales.
Pero era el matrimonio y la maternidad lo que las incorporaba plenamente a la vida social, con nuevas responsabilidades en la esfera de lo doméstico. Desde tiempos prehispánicos, el embarazo fue concebido como un proceso sagrado y comunitario. Para los mexicas morir dando a luz era equiparable a la muerte de un guerrero en combate. En la vejez, la experiencia acumulada otorgaba a las mujeres reconocimiento y autoridad como consejeras y curanderas, garantes de la memoria colectiva y asegurando la continuidad de las tradiciones.
Según su condición social, se usaban desde adornos sencillos hasta elaborados collares, narigueras o pectorales de jade, concha u obsidiana, piezas que las acompañaban siempre, no sólo como expresión de belleza o identidad, sino también como demostración de su rango, algo que, aún adía de hoy continúa en los pueblos originarios.
Museo Thyssen destaca linaje y poder femenino en culturas prehispánicas
En la sección linaje y poder el Museo Thyssen presenta ejemplos de aquellas mujeres que en ámbitos tradicionalmente dominados por los hombres, rompieron lo establecido llegando a ejercer funciones de liderazgo político y religioso. Es el caso de la llamada Reina Roja de Palenque, una importante mujer maya del siglo VII, esposa de uno de los gobernantes más destacados de la ciudad de la que podemos ver su ajuar funerario. Su tumba que fue descubierta en 1994 contiene una máscara de malaquita, joyas y un tocado en forma de corona, además de objetos ceremoniales que confirmaban su rango y su papel místico como intermediaria entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
En el ámbito cortesano, el papel de la mujer es diferente en cada una de las culturas prehispánicas. Mientras que en la sociedad mexica el papel de las mujeres nobles se redujo a la transmisión del linaje y de los beneficios de la clase gobernante; en la maya, la reina y su séquito fueron parte activa de las estrategias de poder.

Fotografía: EFE
En el caso de la cultura huasteca se sabe que, ante la falta de herederos varones, las mujeres podían asumir el poder para preservar la continuidad del linaje, como al parecer ocurrió en Tamazunchale, «lugar de la mujer gobernante». La joven de Amajac de porte majestuoso, con tocado elaborado y ricos ornamentos, representa a una mujer de la élite huasteca, posiblemente una gobernante.
Aunque las crónicas y la arqueología destacan principalmente a los hombres en la guerra y el gobierno, se sabe que también hubo mujeres que ejercieron el poder y participaron en los conflictos bélicos.
Tal fue el caso de la Señora del Sitio del Viento que desde el 583 a.C. y a lo largo de dos décadas gobernó Lakamha (Palenque), convirtiéndose en la primera de las pocas mujeres mayas que ejercieron el poder por derecho propio durante un periodo largo de tiempo.
Finaliza la muestra con una referencia a la Malinche, o Doña Marina, una mujer de origen noble nacida en Painala, actual Veracruz, pueblo sometido por los mexicas que al quedar huérfana de padre, fue entregada a distintos grupos dominantes hasta la llegada de Hernán Cortés. Su dominio del náhuatl, del maya y del español, junto con su gran inteligencia y capacidad para política, la convirtieron en figura esencial durante la Conquista, actuando al lado de Cortés en defensa de los pueblos amenazados por los mexicas. Solo la torticera visión del siglo XIX que la señaló como traidora desvirtúa su verdadera dimensión: una mujer indígena excepcional, símbolo de resistencia que supo transformar adversidad en poder.
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