Guadalajara, Jalisco.
El legado de George Gershwin cobró vida en una noche mágica que combinó el esplendor del jazz con el rigor de la música clásica. Bajo el título “Gershwin, la vida en azul”, el espectáculo multidisciplinario ofreció a los tapatíos una velada ú este martes en la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander.
Fue un viaje a través del tiempo, un homenaje a los años 20 y 30,
donde la batuta de Alondra de la Parra tejió una atmósfera envolvente con la Orquesta Filarmónica de las Américas y un elenco internacional de artistas.
Desde el inicio, la experiencia fue sensorial. La función comenzó a las 20:30 horas con una escena austera: un piano de cola iluminado por una luz cenital y Thomas Enhco al teclado, evocando a un joven Gershwin entregado a sus primeras composiciones.
La intimidad de ese momento contrastó con lo que vendría después. El telón se levantó y Alondra de la Parra apareció para guiar a la orquesta con precisión y pasión, mientras proyecciones visuales inundaban el escenario con imágenes de Nueva York y París de principios del siglo XX.
Los retrasos por el tráfico hicieron que algunos asistentes ingresaran más tarde, pero la sala pronto se llenó por completo, expectante ante el despliegue de talento.
La combinación de música, danza y visuales cumplió con creces lo prometido por De la Parra: una fusión artística que celebró el espíritu del jazz y el genio de Gershwin.
La velada ofreció una selección de obras icónicas que capturaron la esencia del compositor estadounidense. “Rhapsody in Blue”, con su inconfundible mezcla de jazz y orquesta, hizo vibrar al público. “An American in Paris” evocó el bullicio y la energía de la capital francesa. La inyección de ritmo y alegría llegó con “I Got Rhythm”, mientras que “Embraceable You” aportó el toque romántico con la voz cálida y envolvente de la cantante francesa Neïma Naouri.
La danza tuvo un papel destacado con la participación de Robbie Fairchild, ex primer bailarín del New York City Ballet, cuya elegancia y fuerza interpretativa añadieron capas de emoción a la música. La mexicana Amelie Flores complementó la escena con su destreza y sensibilidad, creando duetos llenos de sutileza y vigor.
- El diseño multimedia no fue un mero acompañamiento, sino una pieza fundamental del espectáculo.
Las proyecciones capturaron el ritmo frenético de las ciudades que marcaron la vida de Gershwin, mientras los músicos en escena tejían una sinfonía de sonidos que transportaba al público a otra época.
Este montaje, que reunió a más de 80 artistas, no solo fue un tributo a Gershwin, sino una celebración del jazz como una forma de arte que trasciende el tiempo y los géneros.
Gershwin fue pionero en tender puentes entre la música clásica y el jazz, logrando que este estilo típicamente americano se apreciara en las salas de concierto más exigentes.
La segunda y última función en Guadalajara se llevará a cabo este miércoles en el mismo recinto a las 20:30 horas. Después, la gira continuará en Mérida el jueves 12 y concluirá el sábado 14 de diciembre en Monterrey.
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