Ecuador.
Desde hace algunos meses, Ecuador ha venido enfrentando una grave crisis energética. Como consecuencia, el gobierno ha decretado suspensiones del servicio eléctrico de hasta 14 horas al día.
Néstor Aguilera de la Voz de América visitó algunos negocios de la capital ecuatoriana, que han decidido no detener sus actividades durante las noches, y nos relata la difícil situación que atraviesan y cómo los impacta estos cortes de luz.
La caída de la noche en el tradicional monumento a la Mitad del Mundo, en la capital ecuatoriana, marca el final de una jornada de labores… pero para algunos negocios, detenerse -simplemente- es condenarse a perder.
“A nosotros nos ha afectado bastante”.
A pocas cuadras del icónico sitio, visitado a diario por cientos de personas, existen comercios que luchan por sobrevivir a la crisis eléctrica, causante de apagones de hasta 14 horas en un día. Como esta frutería, donde sus dueños usan velas para alumbrarse y así aprovechar unas horas más de venta.
“Nosotros vendemos al día, entonces…”.
VOA: “Máximo un día, si no se le daña”.
“Sí, máximo un día. Al otro día ya se quedan un poco malas las cosas”.
VOA: “¿Por eso tiene que traer poquito?”
“Por esa razón, por eso ya traemos muy poco”.
Así es el día a día de los ecuatorianos en este último tiempo. Una realidad que golpea por igual a vendedores y compradores que se han tenido que acostumbrar a realizar algunas actividades, simplemente, a oscuras.
“Terrible, terrible estos apagones. Estamos… Estamos fatal”.
Pero si ya es muy difícil conservar la fruta, como es el caso de César, los dueños de negocios que venden productos refrigerados, tienen otro nivel de angustia.
VOA: “¿Cuántos días tiene esa carne?”
“Tres días”.
VOA: “¿Eso significa que usted, en las próximas horas, debería vender esa carne, si no la tendría que botar?”
“Es correcto (…) Si algo se daña, preferimos no vender. De igual manera, esto como está, está vacío. Eso era repleto de producto”.
Una situación similar nos cuenta Andrés, dueño de esta heladería que ahora, no solo produce menos, sino que ha disminuido sus ventas dramáticamente. Algunos clientes prefieren no ir debido a que la oferta de sabores es menor.
“Los viernes, a estas horas, tipo 5 o 6 de la tarde, esto es lleno. Ahorita, como pueden ver, estamos vacíos. Es una pérdida inmensa la que estamos teniendo”.
Y con la caída de las ventas han llegado también los retrasos en los pagos a proveedores y empleados.
“Mi jefa se ha demorado un poquito en cancelarme, porque las ventas no han estado muy buenas”.
VOA: “Y a usted, ¿con cuánto de retraso le están pagando?”
“Ahorita, prácticamente, sí tengo con una semana más de retraso”.
Y no solo los negocios de alimentos son afectados, también los de ropa.
“Ahorita no vendo nada. Cinco dólares diarios y diez dólares diarios estamos aquí y antes vendíamos unos 150, 200 dólares, digamos… A las 8:00 hasta las 8:00”.
Y como en todo, curiosamente, lo que es malo para unos, resulta beneficioso para otros. A esta pareja de vendedores de lámparas recargables, la crisis los ha impulsado. Si bien, los precios se han disparado, afirman haber vendido al menos dos mil unidades en los últimos meses.
“Sí, está saliendo bastante bien. La necesidad de la gente que se ha visto obligada a comprar los focos recargables”.
VOA: “¿A cómo los está vendiendo?”
“Están saliendo a 12 dólares y a 17 dólares”.
Y si en la actividad comercial la situación es compleja, en el hogar no lo es menos. Así nos cuenta Ximena, quien asevera que el problema más difícil de resolver es cómo hacer las tareas escolares de sus hijos.
“No pueden realizar sus tareas por el Internet. La cocina, tenemos que andar con velas. Para poder alumbrar las tareas de los niños, igual, con velas y es un peligro por los niños, ¿no? y los cuadernos”.
Y uno de los desafíos más grandes de este hogar ha sido el de conservar los alimentos.
“Prácticamente, no compramos mucho por lo que se dañan las cosas, porque se puede dañar el tomate, las leches…”.
VOA: ¿Le ha pasado que se le ha dañado alguna carne o algo así en la nevera?”
“El pollo. El pollo se ha dañado, los filetes de carne, por lo que se descongela…”.
En medio de este panorama de penumbra, el trabajo de la policía también ha sufrido cambios.
“La ciudadanía se siente un poquito atemorizada por el tema de la oscuridad, se vuelve un poco caótico el tránsito, más que todo, los semáforos se apagan (…) Con el tema del incremento de los horarios, sí tenemos un poquito de incremento de llamadas de auxilio”.
- Mientras los ciudadanos ecuatorianos han tenido que adaptarse a una crisis que lleva meses, según el gobierno, los apagones controlados podrían durar hasta diciembre… Algo que muchos negocios, sobre todo los pequeños, ven muy cuesta arriba poder soportarlo.
Néstor Aguilera, Voz de América, Quito.
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