Lagos de Moreno, Jalisco.
Durante el primer día de actividades en Lagos de Moreno del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), los cineastas mexicanos Celso García y Paola Villanueva Bidault quienes presentaron las cintas La delgada línea amarilla (2015) y Mientras se espera (2016), respectivamente, abordaron el tema de las nuevas propuestas fílmicas del país que no logran tener un realce y se ven sujetas al financiamiento gubernamental.
A diferencia de otros países, México cuenta con elevados fondos de gobierno a los que pueden acceder los cineastas, lo cual podría ser algo positivo según el criterio de García. “En el caso de México creo que somos muy privilegiados porque tenemos acceso a fondos de gobierno para poder hacer nuestras películas. Si tú solicitas fondos puedes tener hasta 30 millones de pesos para un proyecto, lo cual es muy bueno. Y en muchos países del mundo, incluso primer mundo, no tienen acceso a estas cantidades para poder hacer sus películas.”
En 2016 dichos fondos propiciaron la filmación de casi 160 largometrajes entre ficciones, documentales y animaciones. Lo cual fue un record que no se lograba en el país desde 1955. Sin embargo, el director de La delgada línea amarilla resalta que el problema actual es la distribución, pues las películas están ahí pero no hay exhibidores que se quieren arriesgar a llevarlas a salas de cine. Con ello se desperdician recursos en proyectos que no llegan al público.
Por otro lado Villanueva Bidault señaló que no existe una industria mexicana del cine. “Sí, agregar a lo que dice Celso que creo que una de las tragedias del cine mexicano es que no hay industria como tal y no hay industria precisamente por esto que dice que vivimos de los fondos públicos. Entonces si lo vemos rudamente somos una especie de caridad de cultura. No se hace taquilla las películas mexicanas, salvo una que otra.”
Si bien el cine mexicano se ha visto beneficiado con dichos fondos públicos, existe la posibilidad de que el gobierno decida hacer una reducción de los mismos y con ello se acabaría el poco avance significativo que se tuvo en producción el año pasado.
La cineasta explicó que es necesario forjar una red de apoyo y que los proyectos no se vuelvan maquilas, sino puedan migrar a un estudio y generar la industria como tal.