València.
El médico español Raúl Incertis describe Gaza, de donde regresó hace dos días, como un lugar "arrasado por una bomba atómica" y reconoce que volver a España le genera "sensación de alivio, porque no hay niños mutilados ni bombardeos ni hambre", aunque también de pena por los amigos y compañeros que deja en la Franja.
El médico anestesista viajó por primera vez a Gaza el 2 de octubre de 2023, cinco días antes de que empezara la ofensiva israelí contra el enclave y, según cuenta, "ahora está totalmente arrasada. Salvo una pequeña porción en el centro de la Franja, el resto es como si hubiera caído una bomba atómica".
En una entrevista con EFE, Incertis asegura tener "una sensación de liberación porque estar ahí dentro (Gaza) es como estar en una prisión horrible".
Recuerda que durante su primera vista a la Franja los cooperantes no podían trabajar, "solo huir de las bombas". En esta ocasión, sin embargo, ha podido presenciar de primera mano la realidad en el hospital Nasser, en la localidad sureña de Jan Yunis.
Es uno de los pocos centros que continúan prestando servicios en Gaza y, según relata, tiene 270 camas pero atiende a 700 pacientes y una población de un millón de personas.
"Los pacientes están por los pasillos, por los suelos. Las camas están en los patios del hospital. Las UCIs están llenas y se han tenido que abrir secundarias", detalla.
Según su relato, cada día en el hospital, donde pernoctaba junto al resto de médicos extranjeros, se trataba a civiles y a muchos niños mutilados "atravesados por metralla con perforaciones intestinales y de tórax, con fracturas abiertas en el cráneo por la metralla, con amputaciones traumáticas, quemados y aplastados".
Relata que lo normal es realizar la labor de cooperación un mes "para no quemarte" y él ya llevaba cuatro y estaba "agotado", había perdido mucho peso y "ya no tenía ganas de trabajar".
"Iba aguantando mes tras mes pero mis propios compañeros gazatíes me decían que si pudieran se irían y mis superiores me dijeron que lo mejor sería volver y descansar", señala.

Bashar TALEB / AFP
La Fundación Humanitaria de Gaza, una trampa
El doctor recuerda que, a partir de junio, empezaron a recibir "muchísimos heridos de bala que provenían de los repartos de comida de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, en inglés), organizado por Estados Unidos y por Israel, a donde los gazatíes van a recoger comida y se le dispara a propósito".
"Es donde más intencionalidad documentamos porque recibíamos pacientes, muchos niños, con disparos de bala en la cabeza, en el tórax, en los genitales. Eran disparados con rifles, proyectiles de tanque, morteros y drones", denuncia.
Ha subrayado que era "constante recibir pacientes mutilados en urgencias", así como "eventos de múltiples víctimas", sobre todo, desde la apertura de los centros de GHF, que ve como" una trampa, una excusa que ha puesto Israel para decir que está repartiendo comida".
En este sentido, lamenta que quien "sabe repartir comida en Gaza", la ONU, lo tiene "prácticamente prohibido".

Omar AL-QATTAA / AFP
Reutilizar jeringuillas
En los cuatro meses que ha estado en Gaza, Incertis ha presenciado cómo el material sanitario "no ha aumentado, sino todo lo contrario".
"La semana pasada se cancelaron las curas de las heridas a los pacientes de plantas porque no hay compresas ni gasas; fueron destinadas a quirófanos y unas pocas a urgencias", asegura, mientras comenta que anestesiaban "sin fentanilo y con muy poca morfina" y tenían que "reutilizar jeringuillas y material que normalmente se tiran".
Además, la hambruna que asola Gaza afecta también a los médicos palestinos, que asegura están "todos muy por debajo del peso que les correspondería".
Dice haber visto a niños de 8 años "que parecía que tuvieran 5" ya que "se ha detenido el crecimiento de los niños por la falta de comida".
El hambre dificulta que puedan cerrar sus heridas, explica, porque éstas necesitan proteínas y vitaminas y se infectan mucho más frecuentemente.
"Hay mucha más mortalidad por culpa de infecciones de heridas", asegura.
- También explica que las secuelas más importantes son las psicológicas, tanto en población adulta como en la infantil y critica que ha visto "niños que sufren estrés postrumático, mutismo, pesadillas, cambios conductuales e incluso depresión".
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