Tienen coeficiente intelectual superior a 130 puntos y memoria de escanner, son niños genio, pero hacen travesuras como cualquier pequeño



Guadalajara, Jalisco. 

Mara Sofía Hermosillo, tiene 9 años, está en cuarto de primaria y compitió en Ecuador con niños de varios países. Ahí presentó un cuento sobre ciencia y logró la medalla de bronce. Ella ya tiene muy claro a qué se quiere dedicar en el futuro: 

 “Yo quiero ser astronauta de la NASA o si no, ingeniera de la NASA para hacer cohetes, investigar sobre el espacio. Conocí a Katya Echazarreta y me pareció muy bonita su historia, muy peculiar y me encantaría ser como ella, viajar al espacio, ser ingeniera, inventar cosas”, expresó. 

Los niños de altas capacidades tienen un coeficiente intelectual superior a 130 puntos cuando la inteligencia regular llega a 100 puntos. 

 En Jalisco, existe el Centro Educativo para Altas Capacidades (CEPAC), donde estudian 230 niños con ese perfil, en primaria y secundaria. En total, son 230 estudiantes quienes reciben clases de 8 de la mañana a 4 de la tarde. Además de las materias, después de las 2 de la tarde participan en talleres afines a sus intereses. 

Alan Chávez tiene 12 años, cursa el primero de secundaria y sus materias preferidas son matemáticas, artes, español e historia y geografía. 

Le gusta el ajedrez, el rock y el futbol americano; es fan de los Patriotas de Nueva Inglaterra y uno de sus grupos preferidos es ACDC.  

 “La carrera que me interesa es ingeniería biomédica, debido a que me gustan mucho las matemáticas y la programación, es algo que involucran a grandes rasgos esa carrera y además tengo un familiar que es médico y de lo que él habla, de lo que nos platica de lo que él hace en su trabajo, se me hace muy interesante”, relató.   

Fernanda Garza, tiene nueve años de edad y está en cuarto de primaria. A ella le gusta mucho la danza, leer, coser ropa y las matemáticas.  

Una de sus lecturas que le apasiona es la serie de libros “Ana la de Tejas Verdes”, de la escritora canadiense Lucy Maud Montgomery. 

“Sí, me gusta mucho “Ana la de Tejas Verdes”. Tengo los cuatro libros y estoy leyendo el dos. Sí he visto la serie. Cada una me gusta por su parte, porque hay cosas que salen en la serie y en los libros no, pero también hay cosas que en los libros no salen y en la serie sí”, refirió. 

 Los niños sobresalientes, niños “genio” o de altas capacidades, son diferentes a la mayoría por su inteligencia. Sin embargo, a la vez, son pequeños como cualquiera, son vagos, hacen travesuras y algunos se pelean con sus hermanos.  

La maestra de inglés del CEPAC, María Elena Calderón, dijo que sus alumnos de secundaria significan un reto diario para ella. Aprende de ellos, pero los ve como un niño cualquiera.  

“Es diferente sí, a otras escuelas públicas del estado, porque tenemos niños y niñas también distintos, pero que a su vez, son también iguales a los demás. Simplemente su forma de ver la vida es distinta”, indicó. 

Julián Betancourt, coordinador general del Centro Educativo para Altas Capacidades (CEPAC) de la Secretaría de Educación, detalló que los niños sobresalientes además de la inteligencia, tienen memoria de escáner, son muy creativos y tienen intereses muy específicos. 

El CEPAC lo que busca es darles atención especial, con docentes capacitados y prepararlos para convertirse en líderes de su comunidad.

“Un elemento muy significativo y que yo vivo aquí en Cepac, porque para mi Cepac ha sido una escuela de la vida -no de los libros- convivir con niños sobresalientes, de altas capacidades, es que tienen intereses muy específicos.

Si les gustan los dinosaurios, todo el día están jugando con dinosaurios, pintando dinosaurios. Si les gustan las naves especiales, como la joven que entrevistaste, todo el día están en ese tema, te pueden dar clases en esa área, es decir, se convierten en expertos de los temas que les interesan”, finalizó. 

Como todos los niños Alan, Mara Sofía y Fernanda, festejarán el Día del Niño y de la Niña, como cualquiera. Visitarán a sus abuelos, jugarán con sus primos y comerán helado. 

 


Ignacio Pérez Vega