París, Francia.
Impacto psicológico, entrenamientos obstaculizados o impedidos, gestión del miedo e incluso mudanzas forzadas: los deportistas paralímpicos ucranianos, como sus homólogos olímpicos, están tenido un camino lleno de obstáculos hacia los Juegos de París-2024.
"El objetivo principal de cada día es seguir con vida", explica a la AFP Danylo Chufarov (34 años), recordando los días y noches que pasó en 2022 en Mariúpol, en compañía de su esposa.
Como le ocurrió a este subcampeón paralímpico de Pekín-2008 en natación (400 metros en categoría S13 por deficiencia visual importante), los principales candidatos ucranianos a medalla en los Paralímpicos de París vieron relegada su preparación a un segundo plano cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022.
- El conflicto sigue en curso y no se vislumbra su término.
La delegación amarilla y azul acostumbra a tener una buena cosecha de metales en la escena paralímpica: fue sexta en el medallero final de los Juegos de Tokio en 2021 y cinco años antes, en los Paralímpicos de Rio-2016, llegó a ser tercera con 117 medallas (41 de oro).
"Nos quedamos"
El nadador Myjailo Serbin, de 20 años y campeón paralímpico de 100 metros espalda S11 (deficiencia visual) sufrió por su parte "diez días de bombardeos permanentes" en Járkov, antes de decidir irse a otra ciudad.
"Mi entrenador y yo éramos de la misma opinión: 'Nos quedamos, trabajamos, ganamos, pase lo que pase'", declara a la AFP.
Serbin asegura contar con el apoyo de su familia: "No querían que yo abandonara lo que es mi razón de ser". Y por eso insiste en que cree que tomó la decisión correcta. "No me arrepiento de haberme quedado en Ucrania", sentencia.
"¿Quién puede saber qué hubiera pasado en otro lugar, qué retos nos hubieran esperado allí? Estar en casa siempre es lo mejor", añade.
Pero quedarse en Ucrania implica tener que convivir, cuando no sufrir directamente, una guerra que ya lleva más de dos años en curso. "Recientemente llegamos a un entrenamiento y la ciudad había sido atacada, tuvimos que bajar al refugio y esperar al final del bombardeo", cuenta.
Para Chufarov, que en el Mundial de Mánchester-2023 se colgó tres oros, quince años después de sus dos medallas paralímpicas en Pekín-2008, el infierno vivido en Mariúpol, que cayó en manos rusas en mayo de 2022, ha tenido "un impacto enorme en nuestra salud".
"Durante este periodo, todos nuestros pensamientos se centraban en sobrevivir", dice este nadador. "Lo que hemos conseguido sobrevivir nos hemos convertido en personas diferentes a las que éramos, eso ya no podrá cambiar", estima.
- Según las autoridades ucranianas, el sitio de Mariúpol (febrero a mayo de 2022), gran ciudad portuaria actualmente bajo control ruso, provocó al menos 25.000 muertos.
"Al estrés y la sobrecarga mental se añadían la falta de sueño, la falta de comida y de agua potable", explica este treinteañero, que acabó mudándose al sur de Ucrania con su esposa.
Allí pasó seis meses sin entrenar. "Parecía como si eso ya no tuviera sentido", cuenta.
Lágrimas y medallas
E incluso lejos de Mariúpol, la guerra continuó perturbando sus entrenamientos.
"Los ataques aéreos y los misiles frecuentes hacían que a veces fuera imposible ir a la piscina o al gimnasio", cuenta.
- Andrei Demchuk, campeón paralímpico de esgrima en silla de ruedas en Rio-2016, optó por salir de Ucrania y se instaló en Varsovia, la capital de la vecina Polonia.
Este especialista en sable de 36 años contribuyó a su manera al esfuerzo de la guerra, participando en conversaciones con soldados que habían sufrido mutilaciones o habían quedado con secuelas importantes tras su paso por el frente.
"Ante todo, estaba ahí para comunicarme y para tratar de ganarme la confianza de los soldados, para que me pudieran hablar de amputación, de prótesis, de deporte", cuenta a la AFP.
"En mi opinión, el mayor problema al que deben enfrentarse los soldados amputados es comprender que se puede continuar viviendo y que pueden tener una vida casi sin problemas", afirma este esgrimista, que tiene pensado participar en el Europeo de marzo en Francia.
"La guerra añade un contexto emocional" a las competiciones, señala. "Casi cada medalla viene con lágrimas porque te das cuenta de que muchos de tus seres cercanos y amigos no verán esa victoria y no la podrán celebrar contigo", se emociona.
"Todas las victorias son buenas para Ucrania ahora, tanto en la línea del frente como en el mundo del deporte", concluye.