Deconstrucción de la historia oficial,  la Independencia fue una guerra civil




Por Jonatan Gallardo

En cada periodo de la historia las sociedades demandan una explicación de su pasado. Aunque el hecho histórico no cambia su interpretación, se va modificando con el paso del tiempo. Así como en el siglo XIX fue necesaria la construcción de una historia oficial, que es la que todavía hoy tenemos, que diera sentido de pertenencia a los miembros del naciente estado mexicano, hoy más que nunca necesitamos deconstruirla para volverla a armar pero de una manera que le dé sentido a los jóvenes y a los habitantes del siglo XXI.

Con esta aseveración Juan Ortiz Escamilla, doctor en Historia por el Colegio de México, comienza la conferencia “Reflexión en torno a la guerra civil de 1810 en la Nueva España”, dentro de XIV Ciclo de Conferencias del Seminario de Historia Mexicana.

Identidad histórica del mexicano

Previo a aclarar que la historia oficial mexicana está constituida principalmente por héroes y villanos, el especialista habla sobre tres momentos, durante el siglo XIX, que fueron expuestos por historiadores para sentar lo que ahora nos da identidad como mexicanos:

«En los últimos 200 años yo identifico tres momentos en que se ha dado una explicación de la historia. Por ejemplo, durante la primera mitad del siglo XIX yo veo en los autores, en los historiadores una explicación moral de la guerra. Ellos se preguntan por qué la guerra, por qué la destrucción, por qué la muerte y porqué el caos. En cambio, para los historiadores de la segunda mitad del siglo XIX ya es un mito, ya no es una guerra civil, la primera mitad explicaba el enfrentamiento de unos novohispanos contra otros novohispanos, que eso la historia oficial no nos lo cuenta; la historia oficial nos ha dicho que es la guerra entre mexicanos y españoles, y los españoles son los malos».

Héroes y villanos

En la segunda mitad del siglo XIX a Miguel Hidalgo, José Marías Morelos y prácticamente a todos los héroes insurgentes se les atribuyó un existir mítico, es decir, como santos laicos. Lo que genera creer que la guerra de 1810 fue entre buenos y malos. Por un lado, los insurgentes representan lo que se considera positivo, mientras que los realistas, quienes estaban en contra de la independencia, no serán bien vistos.

El doctor en Historia explica que la guerra de 1810 no comienza con una proclama por la independencia de México, pues el primer documento público donde se habla de ello data de noviembre de 1813.

El padre de la patria

La historia oficial que se escribió en la segunda mitad del siglo XIX, con la que aún permanecemos nos muestra a Miguel Hidalgo como el padre de la patria; sin embargo, existe una confrontación entre estudiosos pues hay quienes aseveran que Agustín de Iturbide es quien debería llevar dicho nombramiento.

«Porque la lucha por elegir o designar al padre de la patria se va a dar entre Hidalgo e Iturbide. Todavía está esta discusión donde por todos los medios intentan recuperar la figura de Iturbide y denostar a la de Hidalgo. Durante todo el siglo XIX, por lo menos hasta antes el triunfo de la república en 1872, dependiendo de quién estuviera en el poder, celebraban el 16 de septiembre o el 27 de septiembre; cuando estaban los conservadores en el poder la celebración era el 27 de septiembre y cuando estaban los liberales era el 16 de septiembre, y como los liberales ganaron la guerra pues celebramos el 16 de septiembre», afirma el historiador.

Fue una guerra civil

Ortiz Escamilla menciona que cuando se analiza la guerra desde el punto de vista mítico, se olvida que en las tropas realistas había más de 30 mil soldados novohispanos y 44 mil milicianos, lo que revela que en realidad la Guerra de Independencia fue una guerra civil, y no precisamente entre españoles y mexicanos.

Por otro lado, la historia patria se ha construido con base en la teoría de la utilidad, es decir, la historiografía y los historiadores sólo elegían eventos del pasado dignos de recordar por ser buenos, como la virtuosa vida de los héroes, y al mismo tiempo destacar las villanías de los malos. Lo que se buscaba era justificar las acciones de los héroes mártires y dejar en el olvido lo sucesos incómodos como las derrotas o aquello en lo que los mexicanos no hicieron lo que se esperaba de un patriota.

Criollización de “La Corregidora” y Gertrudis Bocanegra  

La criollización de las principales figuras de la Independencia es otro aspecto que destaca el especialista. Ejemplifica con Josefa Ortiz de Domínguez, cuyas biografías del siglo XIX y XX la asumen criolla, aunque los nuevos estudios revelan que era casta, pues en su acta de nacimiento aparece como tornatrás –así llamaban al tataranieto o tataranieta de una pareja de mestizos cuando había mezcla en las generaciones siguientes.

Lo mismo pasa con Gertrudis Bocanegra, otra heroína de Pátzcuaro a la que fusilaron por apoyar a los insurgentes. Lo que indica que existió una gran participación popular en todos los niveles, un aspecto que la historia oficial no contempla.